El titular de esta columna es, en realidad, de Juan Carlos de Borbón. Sus memorias empiezan con dos afirmaciones. Una, de referencia familiar: “Mi padre siempre me aconsejó que no escribiera mis memorias”. Y otra de protocolo real: “Lo reyes no se confiesan”. Entonces, ¿por qué desobedece cuando remacha diciendo que los secretos de un monarca deben permanecer sepultados en la penumbra de los palacios? Su respuesta es sorprendente: “Siento que me roban la historia”.

El rey emérito va desarrollando esta cuestión a lo largo de las quinientas páginas de su libro Reconciliación , que ayer salió a la venta en España. Políticos, periodistas, biógrafos e incluso la familia real salen de alguna manera señalados. No hay en sus páginas una autocrítica de sus errores, lo que seguramente le humaniza

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