La cena de Navidad es uno de los momentos más esperados de todo el año. Con la familia reunida, la gastronomía pasa a ocupar un lugar importante y busca hacer especial el día. Algunos optan por langostinos u otros mariscos clásicos, pero en los años 90 había uno que nunca faltaba.

Lo curioso es que, a simple vista, parece un cangrejo muy grande. Sin embargo, es una exquisitez que sorprende y que engancha a quien lo prueba.

Este es el marisco que nunca faltaba en los 90 y que hoy apenas vemos en Navidad

El marisco que no podía faltar en las Navidades de los 90 era el centollo , un crustáceo decápodo de caparazón espinoso. La temporada coincidía con el invierno y llegaba a los mercados en su mejor época.

Su carne tiene ese punto dulce que gusta a todo el mundo y un aroma que invade toda la casa. Las hembras son más pequeñas y tienen un sabor más intenso. Por su parte, los machos suelen ser más grandes y resultan muy vistosos en la mesa.

Si bien en la cena de Nochebuena de los años 90 era un clásico que encantaba a todo el mundo, hoy en día casi no se encuentra. La principal razón es que el precio se ha ido disparando con los años y cada vez cuesta más incluirlo en una cena familiar.

El centollo gallego de las Rías es el más valorado por su calidad y frescura, y su precio es notablemente más alto. En temporada alta, como la Navidad, los precios suelen partir de unos 35 € y pueden superar los 45 € por kilo , según la demanda y el tamaño de la pieza.

A eso se suma que ahora mucha gente tiene menos tiempo y paciencia para limpiar un centollo, una labor que requiere un rato de dedicación. Por otro lado, la oferta de pescados y mariscos extranjeros ha crecido tanto que el consumidor se dispersa.

La receta tradicional del marisco de los 90 que marcó tantas cenas de Navidad

La preparación del centollo es sencilla y suele hacerse de dos maneras muy conocidas. La primera es al natural, cocido, y la segunda es el clásico relleno gratinado, el famoso changurro.

1. Preparación al natural (centollo cocido)

Es la forma más habitual, sobre todo en Galicia, y permite disfrutar del sabor puro del marisco.

Cómo cocerlo:

  • Llena una olla grande con agua suficiente para cubrir el centollo y añade sal gruesa, unos 60 gramos por litro, para imitar el agua de mar. Puedes poner un par de hojas de laurel si te gusta ese aroma.
  • Si el centollo está vivo, mételo en el agua fría con las patas hacia arriba y calienta la olla. Así no suelta las patas y retiene mejor los jugos. Si está muerto o ya cocido, introdúcelo directamente en el agua hirviendo.
  • Cuando el agua vuelva a hervir con fuerza, empieza a contar el tiempo. Para piezas de medio kilo a un kilo, bastan unos 15 o 17 minutos. Para centollos de entre un kilo y un kilo y medio, calcula unos 20 o 25 minutos .
  • Sácalo después y déjalo enfriar. Puedes hacerlo a temperatura ambiente o, si tienes prisa, pasarlo a un bol con agua fría y hielo para cortar la cocción.
  • El centollo se sirve frío o templado , entero, y se abre en la mesa con tenazas y un tenedor fino para extraer la carne y el coral.

2. Changurro a la donostiarra (centollo relleno gratinado)

Es una receta más elaborada, típica del País Vasco, ideal para una ocasión especial.

  • Cocina el centollo como en el método anterior. Cuando esté frío, abre el caparazón, retira las branquias y vacía toda la carne y el coral, incluidas las patas. Desmenúzalo y resérvalo .
  • En una sartén con aceite de oliva, pocha despacio cebolla, ajo y puerro picados. Añade tomate triturado y, si te apetece, un chorrito de brandy o vino blanco para darle más sabor.
  • Mezcla la carne del centollo con el sofrito y ajusta la sal. Rellena de nuevo el caparazón con esa mezcla espesa, cubre la superficie con un poco de pan rallado y gratínalo en el horno hasta que quede dorado y crujiente por encima.