La justicia no se sostiene únicamente en los fallos que emiten los tribunales; se edifica día a día en la conducta, la integridad y la independencia de quienes forman parte del Poder Judicial. Por ello, los modelos de ética se han convertido en brújulas indispensables para orientar el comportamiento de juezas, jueces, magistradas, magistrados y servidores judiciales.

Sin embargo, los tiempos han cambiado: la corrupción adopta nuevas formas, las redes sociales amplifican cada gesto, la tecnología redefine los procesos y la sociedad demanda más transparencia y rendición de cuentas. Ante este escenario, resulta necesario que el Tribunal de Disciplina Judicial mire hacia un nuevo Código de Ética, un nuevo modelo que aspire y logre el mejor desempeño posible; capaz de transmitir a la sociedad

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