Hay regresos que huelen a estrategia política, otros a nostalgia, y unos cuantos —los más sinceros— a necesidad humana. El de Enrique Peña Nieto a México, después de poco más de siete años de autoexilio en España, podemos decir, claramente, que es por la tercera categoría. No viene a hacer operación política (esa la hace desde Europa) o mover piezas, ni a reposicionarse mediáticamente. Viene porque su madre, María del Perpetuo Socorro Ofelia Nieto Sánchez, tiene problemas de salud y, por su edad avanzada, ya no puede cruzar el Atlántico para ver a su hijo.

El país que jamás dejó de hablar de él, aunque él sí se fue, es el mismo al que ahora llega sin estruendo, sin escoltas escandalosas, sin reflectores, sin discursos por delante. Peña Nieto se encuentra en su casa de Ixtapan de la Sal, s

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