La victoria provisional del conservador Nasry Asfura en las elecciones presidenciales de Honduras ha desatado una ola de tensiones políticas, acusaciones de fraude y convocatorias a la movilización por parte de la izquierda oficialista. La candidata Rixi Moncada y el expresidente Manuel Zelaya han anunciado que no reconocen los resultados , mientras acusan a Estados Unidos , y en concreto al presidente Donald Trump , de haber orquestado una “injerencia electoral” para favorecer al Partido Nacional . El país centroamericano se encuentra así ante un escenario de incertidumbre institucional que podría tener repercusiones regionales.

Una elección reñida y un recuento detenido

El Consejo Nacional Electoral (CNE) situó a Nasry “Tito” Asfura con un 40,19 % de los votos, por delante del liberal Salvador Nasralla (39,49 %) y de la oficialista Rixi Moncada (19,30 %), con un escrutinio detenido en el 88,02 % de las actas. Nasralla ha pedido esperar el resultado definitivo. Moncada, sin embargo, ha denunciado un “ golpe electoral en curso ”, alegando manipulación del software , coacción a los votantes y “violación de la soberanía popular”. Libre exige la anulación de los comicios y ha convocado protestas masivas el 13 de diciembre.

Acusaciones de fraude y “guerra psicológica” contra el sistema electoral

El discurso de Moncada incluye acusaciones técnicas y políticas: desde “ actas adulteradas ” y “ inconsistencias biométricas ” hasta supuestas conexiones entre el Partido Nacional y el sistema de transmisión del CNE . El Partido Libre denuncia una “ guerra psicológica ” y atribuye a Trump el envío de “un millón de mensajes intimidatorios” a los votantes, alertando de posibles cortes en las remesas si ganaba la izquierda. El expresidente Zelaya, en nombre de su partido, ha elevado la denuncia ante la ONU , la OEA y la CELAC , cuestionando la legitimidad de todo el proceso.

La izquierda se radicaliza : movilizaciones y amenazas institucionales

La retórica de Libre se ha endurecido. El partido en el poder acusa a sus adversarios de “ terrorismo electoral ” y convoca una “ asamblea extraordinaria de la dignidad nacional ”. El contexto se complica con la reciente decisión de Donald Trump de indultar al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández , condenado por narcotráfico en 2024. Para la izquierda, este indulto prueba la supuesta “alianza mafiosa” entre la derecha local y Washington. En respuesta, Libre pide órdenes de captura internacional y medidas diplomáticas contra los actores involucrados.

La candidata presidencial de la formación, Rixi Moncada.

EE.UU. y la región : reacción firme o neutralidad estratégica

El nuevo mandato de Donald Trump ha optado por apoyar a candidatos alineados con la defensa del orden, la soberanía y la lucha contra el crimen transnacional. Asfura , empresario y exalcalde, representa un perfil funcional a los intereses de Washington en Centroamérica : seguridad fronteriza, contención migratoria y apertura a la inversión. La narrativa de “fraude impulsado desde EE.UU.” por parte de la izquierda recuerda al patrón utilizado por Venezuela y Nicaragua , y forma parte de una estrategia regional de victimización sistemática frente a las urnas.

España y Europa: ¿pueden seguir ignorando el deterioro institucional?

España mantiene estrechos vínculos con Centroamérica , no solo culturales, sino en términos de cooperación y seguridad. El giro radical del Partido Libre amenaza con hundir al país en una crisis prolongada. La Unión Europea , que ha adoptado una postura ambigua frente al socialismo regional, debe ahora definir su posición: o respalda las instituciones y la democracia representativa, o legitima la escalada del populismo que se niega a aceptar los resultados. El caso de Honduras exige una política exterior más firme por parte de Madrid .

Escenarios abiertos : entre la legalidad democrática y la desobediencia organizada

Si la izquierda hondureña no acepta el resultado electoral y opta por la movilización callejera y la denuncia internacional, el país podría entrar en una fase de confrontación civil . Ya no se trata solo de un recuento cerrado, sino del rechazo explícito a las reglas democráticas . A la inversa, si Asfura logra consolidar su mandato con respaldo legal y diplomático, Honduras podría retomar el camino de la estabilidad institucional. La clave será si las élites políticas hondureñas, y sus socios externos, apuestan por la legalidad o por la presión de la calle.

Occidente debe respaldar la democracia , no los que la boicotean

La actitud del Partido Libre refleja una peligrosa deriva: si gano, celebro; si pierdo, denuncio un golpe. Esa lógica, incompatible con el orden constitucional, ya ha causado estragos en otras repúblicas latinoamericanas. Honduras necesita estabilidad, justicia y soberanía, no agitadores institucionales. Occidente —incluyendo a España— debe dejar de premiar con fondos y reconocimiento a quienes rechazan las urnas cuando no les favorecen. El voto libre no es negociable. Y la alternancia en el poder, cuando es legal y legítima, debe ser defendida con firmeza.