Desde estas tierras lejanas, aún me llega la cálida brisa de mi querida República Dominicana con la llegada de la Navidad. Aromas que antes impregnaban mis sentidos regresan con una claridad asombrosa, como el olor fresco de una manzana recién cultivada, uvas rebosantes de dulzura del pueblo de Constanza, pasas con un color radiante como el sol. Estos recuerdos no sólo me reconfortan sino que me conectan con mi tierra natal. Me recuerdan que la alegría tiene un olor, un ritmo, un sabor.

También recuerdo la música. ¿Cómo no recordar, si el merengue y la bachata inundaban cada calle, cada puerta, cada ventana abierta, convirtiendo hasta el rincón más tranquilo en una celebración? Entre el baile y las risas, siempre había espacio para la reflexión. La Navidad es tiempo de recuerdos y alegría

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