Los puntos clave
Cuando el estrés llega, tu cerebro te traiciona, a menos que lo vuelvas a entrenar en línea.
Un corazón roto duele como un puñetazo: tu cerebro se dispara como si te rompieran la nariz.
El secreto estoico: replantea el dolor como entrenamiento y que los obstáculos se conviertan en combustible.
La armadura real no es la invulnerabilidad, es la sabiduría, el coraje y el amor radical.
La primera vez que te dan un puñetazo de verdad en la cara, todo se detiene. El crujido agudo de los huesos, el vertiginoso desenfoque de las luces, el sabor del hierro en la boca: tu cuerpo te grita que te mantengas alejado de la pelea. La investigación en neurociencia muestra que bajo estrés agudo, la amígdala activa rápidamente las hormonas del estrés (como la adrenalina y el corti