
Una edición del Festival de Venecia tan marcada por la política y por el genocidio en Gaza no podía acabar de otra forma. Los premiados de esta edición atendieron a los periodistas en la clásica rueda de prensa, donde Jim Jarmusch, normalmente taciturno y misterioso dejó constancia de su activismo. Lo había hecho portando en el escenario la misma chapa que llevó Kaouther Ben Hania días atrás y en la que se leía la palabra 'Enough' ('Basta'), y lo hizo en la segunda pregunta que se le hizo.
Jarmusch respondió a si mostraría su película en Israel. “Soy muy cauteloso con respecto a quién apoya a cualquier organización en Israel que quiera proyectar mis películas”, dijo para comenzar y pasar a una respuesta más contundente. “No quiero ningún apoyo del gobierno y tampoco quiero que se proyecten allí. Pero planteas un punto muy interesante. Hay israelíes en Israel que son gente muy hermosa y tienen un espíritu muy fuerte. Y hay gente que quiero allí, la gente que no es seguidora de Netanyahu. Así que no juzgo. No me gusta juzgar ni generalizar, porque de lo contrario, no tendría que proyectar mi película en EEUU, porque la destrucción de Gaza está financiada por gente de EEUU que se beneficia con la guerra”, aseveró.
Para Jarmusch “el problema es que hay mucho dinero sucio involucrado en todo el planeta, pero, en particular, en Gaza”, algo que considera “brutalmente visible para todos”. “Hay muchos otros lugares en el mundo donde la brutalidad y los intentos de erradicación de personas y culturas son aborrecibles. Pero no estoy aquí para hablar de todo eso,. Solo intento fomentar la empatía entre las personas, con pequeñas cosas que considero muy importantes. El primer paso hacia cualquier tipo de conexión mutua. El primer paso del totalitarismo es dividirnos, decir, 'estás de un lado y del otro, somos enemigos, y así es como nos manipulan'. No me gusta que me tomen el pelo, pero lo acabo de decir, si hay dinero del gobierno israelí detrás, no lo haré”, zanjó.
Jarmusch se mostraba más político que nunca tras recoger el León de Oro por su Father Mother Brother Sister, una tierna y delicada mirada a las relaciones familiares, desde las más tóxicas a las más hermosas. Un filme que vencía a la favorita, La voz de Hind, de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, que cuenta, usando el audio de su llamada real, el asesinato de una niña palestina por el ejército israelí. Fue el título que marcó una edición marcada por las atrocidades de Israel en Gaza, algo que provocó incluso una manifestación el pasado sábado que trajo al Lido, sede del certamen, a más de 5000 personas que pidieron el final del genocidio.