El presidente Donald Trump ha prometido ejercer un poder apocalíptico en Estados Unidos, mientras las consecuencias de sus políticas se vuelven cada vez más evidentes. Recientemente, publicó un meme en redes sociales donde amenazaba con declarar la guerra a Chicago, una ciudad demócrata, como parte de su ofensiva contra la delincuencia y la inmigración. Esta táctica le permite presentarse como un líder fuerte, aunque su mensaje también refleja una visión de la presidencia como un poder personal, más que un fideicomiso nacional limitado por la Constitución.

A pesar de la hipérbole de Trump, su segundo mandato parece estar entrando en una nueva fase tras ocho meses. Su estilo frenético y las pruebas a la Constitución han generado confusión. Los demócratas, aún recuperándose de su derrota electoral, intentan encontrar su voz. Sin embargo, en áreas como la economía, la salud pública y la política exterior, las políticas de Trump están generando efectos que podrían tener repercusiones políticas significativas.

Gobernadores demócratas como Gavin Newsom de California y J.B. Pritzker de Illinois están buscando confrontaciones para fortalecer sus propias posiciones políticas. La semana pasada, Trump enfrentó un revés en los tribunales, lo que interrumpió temporalmente sus prioridades políticas. Se anticipa una decisión crucial de la Corte Suprema sobre su política de aranceles, que podría resultar en reembolsos significativos si el gobierno pierde.

La Casa Blanca ha respondido a estos desafíos intensificando sus esfuerzos por generar más disrupción y consolidar el poder ejecutivo. Un ejemplo de esto es su reciente campaña contra los cárteles de la droga en el Caribe, que incluyó un ataque aéreo contra una lancha rápida frente a Venezuela. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que el gobierno tiene "la autoridad absoluta y completa para hacerlo", aunque no se explicó la legalidad de estas acciones.

Expertos advierten que tales eventos pueden ser distracciones de las vulnerabilidades de Trump. Sin embargo, la administración se enfrenta a aguas políticas complicadas. La economía de Trump, que había ofrecido un respiro a los votantes en su primer mandato, ahora se encuentra en una situación incierta. El informe de empleo más reciente mostró que solo se crearon 22,000 puestos de trabajo en agosto, con un desempleo del 4.3%, el más alto desde 2021.

Además, el sector manufacturero ha sido gravemente afectado, lo que contradice las promesas de revivir la industria estadounidense. Para muchos estadounidenses, las afirmaciones de que los precios están bajando parecen desconectadas de la realidad. Si esta discrepancia se agrava, podría tener un impacto negativo en las esperanzas de reelección de Trump.

En el ámbito de la salud pública, la reciente audiencia del secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., ha planteado preocupaciones sobre el futuro de las vacunas y el riesgo de nuevas epidemias. En política exterior, el fracaso de la cumbre de Trump con el presidente ruso Vladimir Putin se hizo evidente con un ataque aéreo masivo contra Kyiv, lo que plantea interrogantes sobre la efectividad de su enfoque.

Trump ha declarado su disposición a imponer sanciones más severas a Rusia, aunque ya ha hecho amenazas en el pasado. También se cuestionó si Estados Unidos había "perdido" a India debido a sus políticas arancelarias, que han empujado a la nación hacia China. La semana pasada, un juez dictaminó que el despliegue de la Guardia Nacional en California por parte de Trump violó la ley, lo que subraya las limitaciones constitucionales que enfrenta su administración.