El Mesozoico siempre se imagina como una época de gigantes, donde dinosaurios y otros reptiles marinos enormes eran dominadores absolutos. La prueba no solo está en las numerosas investigaciones, sino en los fósiles que aún se conservan en museos y que dan cuenta de los habitantes de hace millones de años. Sin embargo, en los ecosistemas antiguos también había animales pequeños , según reafirma un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology

Investigadores de la Universidad de Leicester localizaron los fósiles de dos crías de pterosaurio , un orden extinto de saurópsidos arcosaurios voladores que existieron durante casi todo el Mesozoico, que murieron a causa de una violenta tormenta, según la autopsia realizada 150 millones de años después. 

Los paleontólogos destacan el tamaño del fósil, más pequeño aún de lo habitual al tratarse de crías de corta edad , lo que vienen a confirmar que los animales de tamaño pequeño también tenía cabida entre grandes animales. 

Restos de ambas crías

Los autores muestran cómo estos reptiles voladores fueron trágicamente abatidos por poderosas tormentas , aunque que también crearon las condiciones ideales para preservarlos a ellos y a cientos de fósiles más como ellos. Una circunstancia que, por otro lado, celebran. 

“Los pterosaurios tenían esqueletos increíblemente ligeros . Los huesos huecos y de paredes delgadas son ideales para el vuelo, pero pésimos para la fosilización. Las probabilidades de preservar uno ya son escasas, y encontrar un fósil que indique cómo murió el animal es aún más raro”, asegura el autor principal del estudio, Rab Smyth, del Centro de Paleobiología y Evolución de la Biosfera de la Universidad de Leicester. 

El descubrimiento de dos crías de pterosaurio con alas rotas ha ayudado a resolver el misterio: sí, hubo criaturas pequeñas en esta época, aunque no es fácil que sus frágiles restos sobrevivan durante tantos años. Además, el hallazgo supone una prueba “contundente” de las antiguas tormentas tropicales y de cómo moldearon el registro fósil.

Lucky y Lucky II dan muchas pistas

Irónicamente apodados Lucky y Lucky II por los investigadores, ambos ejemplares pertenecen a Pterodactylus , el primer pterosaurio con nombre científico. Con una envergadura de menos de 20 centímetros , sus esqueletos están completos, articulados y prácticamente intactos desde su muerte. 

Sin embargo, ambos presentan la misma lesión: una fractura limpia e inclinada en el húmero . Tanto el ala izquierda de Lucky como la derecha de Lucky II se fracturaron de una forma que sugiere una potente fuerza de torsión, probablemente resultado de fuertes ráfagas de viento en lugar de una colisión con una superficie dura.

Las heridas fueron mortales, relatan. Los pterosaurios se sumergieron en la superficie de una laguna , ahogándose en las olas provocadas por la tormenta y hundiéndose rápidamente en el fondo marino, donde quedaron rápidamente enterrados por lodos calizos muy finos removidos por las tormentas mortales. Precisamente este rápido enterramiento permitió la “notable conservación” que se observa en sus fósiles.

“Durante siglos, los científicos creyeron que los ecosistemas de la laguna de Solnhofen estaban dominados por pequeños pterosaurios”, explican los investigadores. “Pero ahora sabemos que esta visión es profundamente sesgada. Muchos de estos pterosaurios no eran nativos de la laguna . La mayoría son ejemplares jóvenes sin experiencia que probablemente vivían en islas cercanas y que, lamentablemente, se vieron afectadas por fuertes tormentas”, añade Smyth.