Los disparos retumbaron en el interior de la mansión y dejaron tras de sí un silencio áspero. La escopeta, aún humeante, se convirtió en el objeto que marcó el inicio del caso. Los cuerpos cayeron de inmediato, con rastros que mostraban la magnitud de la violencia.

Aquella noche de agosto de 1989, Lyle y Erik Menéndez mataron a sus padres en su casa de Beverly Hills y abrieron una historia que transformó la relación entre justicia y televisión en Estados Unidos.

La fiscalía habló de dinero mientras la defensa denunció abusos en el hogar

El juicio giró en torno a un dilema central sobre los motivos que llevaron a dos jóvenes a ejecutar a quienes les habían dado la vida . Los fiscales aseguraron que los hermanos planearon el asesinato para hacerse con una herencia millonaria , valorada en 14 millones de dólares.

La defensa sostuvo otra versión: que José Menéndez había sometido a sus hijos a un maltrato constante, físico y sexua l, y que Kitty, su madre, había permanecido pasiva ante esa situación. La confrontación de estas explicaciones mantuvo dividido al jurado y al país entero.

La primera vista comenzó en 1993 y atrajo una atención mediática sin precedentes gracias a la retransmisión completa por Court TV. El canal ofreció cada detalle como si fuera un espectáculo continuo, con largas horas de análisis y comentarios que alimentaron la fascinación por el caso. Esa exposición pública multiplicó la presión sobre los jurados y convirtió a los hermanos en personajes conocidos más allá de lo que la justicia pretendía.

Las sesiones incluyeron testimonios de enorme crudeza. Erik declaró que había disparado con la intención de liberar a su madre de una vida de sufrimiento. Lyle admitió también su implicación en el crimen y explicó que había interpretado una reacción furiosa de su padre como una amenaza directa contra él y su hermano . Sin embargo, el fiscal mantuvo que todo respondía a un plan calculado para obtener beneficios económicos inmediatos , apoyándose en el gasto desmesurado de los hermanos tras la muerte de sus padres.

Las primeras resoluciones terminaron sin consenso. Dos jurados diferentes, uno para cada hermano, quedaron divididos tras seis meses de proceso. La repetición del juicio en 1995 cambió el escenario porque el juez Stanley Weisberg prohibió las cámaras en la sala y excluyó parte de las pruebas de supuestos abusos paternos .

Con esas restricciones, el veredicto se inclinó hacia la condena. Lyle y Erik fueron declarados culpables de asesinato en primer grado y recibieron cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en 1996 .

Décadas después, la serie documental reabrió el debate sobre los abusos

El paso de los años no apagó el interés. El resurgir de su historia en redes sociales y plataformas de streaming reabrió el debate sobre los abusos y su influencia en el crimen. La serie documental de Netflix estrenada en 2024, junto con nuevas acusaciones contra José Menéndez, alimentó el debate público y movilizó apoyos que llegaron hasta la fiscalía de Los Ángeles.

El entonces fiscal George Gascón pidió que se revisara la condena , convencido de que los hermanos habían cumplido ya con gran parte de su castigo y de que las acusaciones de abuso tenían sustento.

La historia sigue generando debate y mantiene dividida a la opinión pública

La revisión llegó en mayo de 2025, cuando el juez Michael Jesic redujo la pena de los hermanos a 50 años a cadena perpetua , lo que les abría la puerta a solicitar libertad condicional. En esa audiencia, Lyle admitió: “Cometí un acto atroz contra dos personas que tenían derecho a vivir, mi madre y mi padre”. Erik, por su parte, reconoció: “Disparé todas las balas contra mis padres y volví a recargar. Mentí a la policía. Mentí a mi familia. Lo siento de verdad”.

El futuro judicial de los Menéndez depende de nuevas audiencias e incluso de un indulto

La decisión no garantizó la salida inmediata. Ambos comparecieron ante juntas de libertad condicional en agosto y fueron rechazados de forma independiente. A Lyle se le señaló por mantener actitudes consideradas manipuladoras y poco controladas , pese a que los comisionados reconocieron su arrepentimiento. Erik recibió objeciones relacionadas con conductas dentro de prisión , como el uso de teléfonos móviles y vínculos con pandillas.

El horizonte que se abre ahora para los hermanos incluye la posibilidad de volver a pedir la libertad en tres años , o incluso en dieciocho meses si su comportamiento en prisión mejora. Paralelamente, el gobernador de California, Gavin Newsom , estudia un indulto que podría cambiar el rumbo de su historia judicial.

La atención mediática no parece desvanecerse. Cada aparición de los Menéndez en una sala judicial revive las mismas preguntas que dividieron a Estados Unidos desde 1989, entre quienes creen que se trató de un crimen por codicia y quienes consideran que fue la reacción extrema de dos hijos atrapados en un ambiente insoportable.