Desde el 17 de julio vengo recorriendo la Provincia, y lo que encuentro confirma una hipótesis que no puede negarse con honestidad intelectual: la provincia de Buenos Ayres está detenida en el tiempo, detonada por décadas de improvisación política y dominada por estructuras de poder que la han impedido ingresar al S. XXI.

La realidad no se interpreta desde consignas ni desde dogmas, sino desde hechos observables, contrastables y racionales. Desde esta perspectiva, la Provincia muestra una doble cara: una región extra-AMBA -95 municipios- que todavía conserva una clase media fuerte, solidaria y organizada en torno a sus municipios; y la presencia enquistada de grupos económicos que, lejos de ser la tradicional oligarquía cerealera o ganadera, constituyen nuevas élites retardatarias que

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