Los líderes del islam se reunieron en Doha, la capital de Catar. Iban con caras circunspectas y miradas de preocupación. Entre otros estaban los representantes de Irán, la bestia negra de Israel, quienes eran los que mayor preocupación tenían y no era para menos.

La reunión se llevó a cabo para expresar el apoyo a Catar por los bombardeos que varios edificios recibieron por parte de Israel para asesinar a varios miembros del terrorismo de Hamás.

Fue de las pocas veces que se les vio a todos juntos. Todos eran uno. La imagen que querían era la de la unidad frente a Israel. Como le hubiera gustado a Gamal Abdel Nasser Hussein o a Anwar al Sadat —ambos egipcios y soñadores del panarabismo— haber podido ver esa foto de unión.

Todo es verdad, pero tan sólo a medias. Esta supuesta unión en el

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