Después de un tiempo de ausencia, vuelven los cuentos de Aldo Umazano a Caldenia. En esta oportunidad, dos amigos y el recuerdo de la centralita, ese lugar desde donde se realizaban las comunicaciones telefónicas.
Juan Aldo Umazano *
En esa época, para llamar por teléfono desde la casa había que levantar el tubo, hacer girar la manivela, y decirle al empleado con el número que se quería hablar.
Una tarde, el Francisco esperaba al Chueco para ir a tomar un café, pero como lloviznaba se refugió en la centralita. A ese lugar siempre llamaba y nunca había entrado. Apenas ingresó se dio cuenta que tendría una dimensión de cuatro por cinco metros. El Chueco descubrió su presencia y le dijo apurado: -Suerte que entraste. Sentate aquí-, y le colocó los audífonos. Francisco se sintió un piloto d