El primer ministro británico, Keir Starmer, defendió este martes ante el congreso del Partido Laborista que su país está ante una encrucijada en una batalla por su “alma” y que el camino correcto está dentro de la isla.

“Hemos confiado demasiado en la globalización”, dijo Starmer, recordando en particular la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias desde entonces. “El establishment, en muchas de nuestras instituciones, está atado a la suposición perezosa de que la inmigración es todo lo que necesitamos para tener mano de obra, la infraestructura siempre estará ahí porque la construimos hace décadas, y el mundo siempre estará dispuesto a suministrarnos bienes y no importa si la industria se marcha”.

El laborista habló de “crisis en el sistema de acogida” y se quejó de que su partido había sido en el pasado “condescendiente” con las personas de “clase trabajadora” que se quejaban de la inmigración. Su ejecutivo ahora es crítico con las llegadas a su país de trabajadores, estudiantes y refugiados con cualquier estatus.

Más allá de limitar la llegada de refugiados y luchar contra el tráfico de personas, el Gobierno de Starmer ha mantenido algunas de las restricciones del anterior Gobierno conservador y ha anunciado restricciones para limitar los derechos de los migrantes que han cumplido con los trámites legales para vivir en el país. 

El primer ministro británico, Keir Starmer, y su esposa, Victoria Alexander, en el congreso laborista en Liverpool, Inglaterra, este martes.

Starmer intentó este martes animar a los suyos en el congreso del Partido Laborista, que tiene una mayoría histórica en la Cámara de los Comunes, pero que apenas disfruta de sus frutos en un país de crecimiento anémico, cuentas públicas muy ajustadas y descontento general del que se nutre la extrema derecha. 

“El Reino Unido está en una encrucijada. Podemos elegir la decencia. O podemos elegir la división. Renovación o declive. Un país orgulloso de sus valores, que controla su futuro, o uno que sucumbe, en contra de la tradición de nuestra historia, a la política del resentimiento”, dijo Starmer. “Ésta es una prueba, estamos en una batalla por el alma de nuestro país, tan grande como reconstruir el Reino Unido después de la guerra, y todos debemos estar a la altura de este reto”, dijo el primer ministro y líder del partido, donde reina la inquietud y los rumores de un intento de reemplazarlo en los próximos meses. “Tenemos que tener claro que nuestro camino de la renovación es largo, no es fácil”, dijo Starmer, sugiriendo que defenderá políticas con las que su partido no estará contento.

Starmer también prometió “oponerse al racismo” y dijo que Nigel Farage, el líder de la extrema derecha en ascenso, sólo explota “el resentimiento”. “¿Cuándo es la última vez que habéis escuchado a Nigel Farage decir algo positivo sobre el futuro del Reino Unido? No puede. No le gusta el Reino Unido, no cree en el Reino Unido”, dijo Starmer, que aseguró que la extrema derecha quiere convertir el país “en una competición de víctimas” en la que “clase trabajadora” no confíe en sus vecinos.

El primer ministro cuestionó que Farage y los suyos “amen” el país. “La mayor amenaza que afrontamos es la política del resentimiento”, dijo.

Un primer ministro muy impopular

Sólo el 13% de los británicos están satisfechos con la gestión de Starmer como primer ministro, según los datos del sondeo de Ipsos. El 79% dicen estar insatisfechos. Es el peor dato que ha registrado la encuestadora, que tiene datos comparables desde 1977. Starmer ha batido a Rishi Sunak, el primer ministro conservador que le precedió, en su peor momento antes de las elecciones generales. 

Reform, el partido de extrema derecha de Farage, está en cabeza en intención de voto, si bien las elecciones generales no están previstas hasta 2029.

Tal y como dijo que haría en campaña, Starmer fía la estabilización del país al crecimiento económico, que no llega como esperaba. Según él, esa es la solución también contra el ascenso de la extrema derecha y las marchas con eslóganes racistas y grupos xenófobos violentos. 

Starmer prometió “una economía que crece no sólo desde arriba, sino desde las raíces” y dijo que ése es “el antídoto de la división”: “La manera en la que haces crecer la economía -es decir, no de cuánto, sino de quién y dónde se beneficia- puede construir una nación o dividirla”.