El cantautor extremeño Pablo Guerrero , figura icónica de la canción de autor y referente indiscutible de la canción protesta durante la Transición , ha fallecido este martes en Madrid a los 78 años. Su desaparición deja un hueco profundo en la cultura española, pero también un legado imborrable de poesía, compromiso y música cargada de significado.

Su nombre quedará para siempre ligado a su himno más emblemático, “A cántaros” , con su famosa estrofa “Tiene que llover, tiene que llover a cántaros” , símbolo de esperanza en los años más duros de la dictadura y que, con el paso del tiempo, se convirtió en una de las frases más citadas de la historia musical española.

Una vida entre poesía, guitarra y compromiso

Pablo Guerrero nació en Esparragosa de Lares (Badajoz) en 1946, en una familia de agricultores. Se formó como maestro, aunque su verdadera vocación siempre fue la música y la poesía. Desde muy joven demostró pasión por la palabra, y su primer contacto con la guitarra marcó el inicio de una trayectoria artística que se prolongaría durante más de cinco décadas.

En los años 70, Guerrero emergió como una voz distinta dentro del panorama musical español. Con una sensibilidad lírica poco común y un fuerte compromiso político, empezó a construir una discografía rica en matices, emociones e influencias. Su música bebía del folk americano , del flamenco , del jazz e incluso de la música étnica , pero sobre todo de la poesía de autores como Federico García Lorca o Leonard Cohen , a quienes siempre admiró profundamente.

“A cántaros”: el canto que se convirtió en clamor social

Su gran salto llegó en 1972 con el álbum “A cántaros” . El tema homónimo se convirtió de inmediato en un emblema generacional. La letra , con su llamado metafórico a la renovación social y personal, se transformó en himno oficioso de la Transición . No era solo una canción; era una súplica, una declaración de intenciones y un símbolo de la necesidad de cambio en una España que despertaba de la dictadura.

Lejos de vivir del éxito de un solo tema, Guerrero continuó desarrollando una obra sólida, profunda y experimental. En 1975 ofreció un histórico concierto en el Teatro Olympia de París, uno de los templos de la música europea. Allí grabó “Pablo Guerrero en el Olympia” , uno de los discos más vendidos de su carrera, donde repasaba temas clásicos y nuevos con una intensidad sobrecogedora.

Poeta a tiempo completo

Además de músico, Pablo Guerrero fue un poeta prolífico , con una decena de libros publicados, entre ellos “Tiempo que espera” y “Los rastros esparcidos” . Su faceta literaria fue tan reconocida como su música, y en ella encontró un espacio aún más íntimo para reflexionar sobre el paso del tiempo, el amor, la identidad y la naturaleza humana.

En sus últimos años, pese a los problemas de salud, no dejó de crear. En 2021 publicó su último trabajo discográfico, “Y volvimos a abrazarnos (Duetos inesperados)” , como una despedida dulce y luminosa, compartiendo micrófono con artistas de distintas generaciones.

Un legado imborrable

Entre los numerosos galardones que recibió destacan la Medalla de Extremadura , la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el reconocimiento unánime de compañeros y admiradores. Ismael Serrano , por ejemplo, lo calificó como “un maestro imprescindible”, mientras que desde la SGAE lo definieron como “un poeta a cántaros, un músico sin ataduras que hizo del mundo un lugar más acogedor”.

Vivió durante décadas en el barrio madrileño de Ciudad de los Poetas , nombre casi profético para quien dedicó su vida a cantar con alma, mirar con hondura y componer desde las entrañas.

Reacciones y despedida

La muerte de Pablo Guerrero ha generado una oleada de homenajes en redes sociales y medios de comunicación. Desde la Junta de Extremadura hasta figuras del mundo de la cultura, todos han coincidido en destacar su papel fundamental como voz de conciencia en la España del cambio y como ejemplo de coherencia artística.

El músico falleció tras una larga lucha contra el cáncer de pulmón, rodeado de su familia y con el reconocimiento de quienes supieron ver en él mucho más que un cantautor: un artista total , un testigo del tiempo , y sobre todo, un poeta que nunca dejó de creer en la lluvia como esperanza .