Con esas tres palabras ―que para algunas generaciones del siglo y del milenio pasado les remitirán a una canción cuya letra comienza con ilusión, prosigue con traición y olvido y concluye con un tiempo justiciero y vengador― he acabado denominando ―ente varias posibilidades contempladas― estas “palabras” que escribo con motivo de que “hace un año” que la totalidad de mexicanos y mexicanas fuimos testigos de un hecho inédito: el acceso de una mujer a la presidencia de la república tras unas elecciones en que las dos principales candidatas fueron ―también por primera vez en la historia de nuestro país― mujeres…

Más allá de ese hecho, se han escuchado, con relativa frecuencia, proclamas que ya no tienen hechos como referencia, sino que son productos de la cada vez más influyente retórica pol

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