Sánchez ha colonizado casi todas las instituciones del Estado. Pero su movimiento clave para anular los controles y contrapesos de la democracia fue el de Cándido Conde-Pumpido como presidente del Tribunal Constitucional. Llegados a este instante de la Legislatura, no es cuestionable que el apóstol del uso alternativo del derecho es el más convencido de los sanchistas y que ni siquiera se molesta en retorcer los fundamentos en sus fallos para «constitucionalizar» los chanchullos del jefe para atar el poder. Ayer se conoció que el TC sanchista volvió a avalar la Ley de amnistía del 1-O al resolver la cuestión de inconstitucionalidad del Supremo. El delito de prevaricación es uno de los más complejos de probar, pero el aroma prevaricador nos resulta inconfundible. Puede que Conde-Pumpido hay

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