Cuando el joven presidente de Ecuador, Daniel Noboa , viajó esta semana a un tranquilo pueblo rural, esperaba una ceremonia de inauguración. En cambio, se marchó bajo ataque. Para cuando su caravana salió a toda velocidad de El Tambo , las ventanas estaban agrietadas, los manifestantes arrestados y el aire lleno de gas lacrimógeno: un momento que capturó la creciente inquietud de una nación donde la austeridad, la desigualdad y la desconfianza han convertido incluso el viaje más simple en un posible enfrentamiento.

Un presidente bajo fuego — o bajo presión

Todo comenzó como una protesta. Los lugareños habían bloqueado la carretera, furiosos por la decisión de Noboa de eliminar un subsidio al diésel que durante décadas había mantenido estables los precios de los alimentos y el transpo

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