Entre mis versos favoritos de Estela Figueroa, están esos que dicen: No./ No me sostengas que no voy a caerme./ Sólo se caen las estrellas fugaces / y yo –te dije–/ quiero permanecer. La primera vez que me topé con ellos pensé, y lo sigo pensando, que eran una declaración de principios, un manifiesto y una certeza incuestionable. Estela, como ocurre con las grandes poetas, permanece en sus lectoras y lectores, en su escritura que cada vez es novedosa aunque podamos recitar de memoria sus poemas; cada vez que la volvemos a leer es un descubrimiento, se actualiza la hermosa noticia de sus versos.

Estela permanece, pero también se nos presenta constantemente. Hace un rato, tomaba mate en la casa de mi amiga Mimi, sentada debajo del aguaribay que hay en su jardín. Un árbol añoso, con una copa

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