El Ejecutivo de Suecia ha presentado una polémica lista para definir la identidad del país nórdico, dejando de lado a las minorías y la paridad
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El Gobierno de Suecia ha decidido crear un canon cultural (kulturkanon), una lista de 109 elementos que toda persona que viva en el país nórdico debería conocer y estudiar porque, según la medida, define los valores y la cultura del país nórdico. El Ejecutivo conservador, que se sustenta con el apoyo de la ultraderecha, considera que Pippi Långstrump (Pippi Calzaslargas), la tienda de muebles y decoración Ikea, el Premio Nobel y el cineasta Ingmar Bergman forman parte del patrimonio que define lo que significa ser sueco.
La creación de este canon cultural lleva años discutiéndose en Suecia y no ha estado exenta de polémica. El proyecto también fue una de las prioridades del partido ultra Demócratas de Suecia a cambio de dar su apoyo a la formación del Gobierno en 2022. Desde los sectores culturales y los partidos de la oposición se ha criticado mucho la elección de los elementos que pretenden definir a la cultura sueca, y se ha tachado el proyecto de excluyente, anticuado y nacionalista.
El Ejecutivo aún no ha especificado cómo se usará este canon cultural, aunque se ha señalado que la intención es que su enseñanza sea obligatoria en las escuelas y en los trámites para acceder a la ciudadanía. En la ecléctica lista también se han añadido inventos como el calefactor de cerámica o el avión de combate Viggen fabricado por la empresa Saab, junto con obras de literatura clásicas como Los emigrantes de Vilhelm Mober, e incluso el permiso de baja por paternidad, que se adoptó en Suecia de forma pionera en 1974.
Varios medios nacionales han protestado porque se haya dejado fuera de la selección al grupo musical ABBA, que ganó el festival de Eurovisión en 1974 con la canción Waterloo y que sigue siendo uno de los referentes culturales de Suecia más reconocidos internacionalmente.
El Gobierno ha explicado que el objetivo de sintetizar en una lista toda la cultura del país es “crear un marco de referencia común” para promover la integración de los extranjeros en los valores culturales propios del país nórdico. El primer ministro, Ulf Kristersson, ha defendido la iniciativa. “Comprender la cultura que ha dado forma a nuestro país es importante para todos. Pero quizás es más importante para quienes han llegado a Suecia y para quienes crecen en hogares donde faltan muchas referencias suecas”, dijo en sus redes sociales.
Por su parte, el portavoz de cultura de Demócratas de Suecia, Alexander Christiansson, celebró la aprobación del canon cultural asegurando que se trata de “una victoria histórica” de su partido. En un artículo de opinión publicado en el periódico Expressen, Christiansson escribió: “Consideramos el canon cultural como parte de un nacionalismo inclusivo. No excluye a nadie, pero demuestra claramente que Suecia tiene su propia historia y patrimonio”, escribió.
Supuesto remedio a la segregación social y educativa
Lars Trägårdh, el historiador y presidente del comité de expertos que ha elaborado la lista durante tres años, señaló en la presentación del canon que el proyecto “se opone al internacionalismo, al modernismo y al multiculturalismo” con el que “durante mucho tiempo se ha definido la identidad sueca”.
Trägårdh también ha defendido en varios artículos que el canon cultural nacional puede ser un remedio para contrarrestar “la fragmentación, la segregación, la falta de cohesión social, la integración fallida de los inmigrantes, la inseguridad percibida y la delincuencia sistémica” en un momento en que el país ha acogido a cantidades récord de personas extranjeras. En ese sentido, la ministra de cultura, Parisa Liljestrand, subrayó que la medida servirá “para crear igualdad de oportunidades para todas las personas de la sociedad”.
El canon se ha presentado como sucedáneo de una verdadera política cultural, en un momento en que el presupuesto estatal para la cultura es el más bajo en los últimos 20 años
El criterio principal para elaborar el canon era que las obras seleccionadas tuviesen al menos 50 años; es decir, que se creasen antes de 1975. Una de las principales críticas que ha recibido el listado es que lo elaboró una mayoría de hombres con una media de edad de 67 años. Para Trägårdh esto no implica un problema, ya que “una tarea como esta requiere una cierta dosis de visión general y es necesario haber tenido tiempo de leer mucho”. En una de las sociedades más paritarias del mundo, en la lista hay finalmente 21 mujeres y 69 hombres.
Un canon “desfasado, poco interesante y opresivo”
Los actores culturales han vivido como un sinsentido la selección del canon cultural. El periodista Björn Wiman, editor cultural del periódico Dagens Nyheter, lo resumió diciendo que, si bien la idea de elaborar un canon “no es mala ni controvertida”, el resultado “es ridículo, y podría haber sido perfectamente creado por una inteligencia artificial”. Wiman denunció que “el canon se ha presentado como sucedáneo de una verdadera política cultural, en un momento en que el presupuesto estatal para la cultura es el más bajo en los últimos 20 años y se prevé que el Gobierno aún haga más recortes”.
El sindicato de escritores considera, por su parte, que el canon es “poco interesante”, mientras que el sindicato de docentes escolares lamenta que el Gobierno no apueste por “invertir masivamente en escuelas y lectura”, en lugar de elaborar una lista. La escritora e histórica militante feminista Ebba Witt-Brattström también señaló que, desde una perspectiva de la inclusión, “Suecia ha experimentado un cambio enorme en la sociedad en los últimos 50 años”, por lo que no incluir nada de estos años le parece “una idea bastante desfasada”.
La asociación que reúne a las minorías reconocidas en el país (samis, romaníes y finosuecos), también ha criticado duramente al proyecto por haber ignorado por completo sus representaciones culturales, a pesar de estar reconocidas en la Constitución. Annette Kohkoinen, vicepresidenta de la Asociación Nacional Sueca de Tornedalianos —una minoría del norte— escribió en las páginas del Dagens Nyheter que el canon cultural les “afecta mucho”. “Significa escribir parte de la historia de Suecia, pero no se nos permite formar parte de la obra. Es absurdo, inaceptable y una opresión continua”, denunció.