Hoy ha quedado más claro que nunca quién tiene poder y quién no . La liberación de rehenes entre Israel y Palestina no solo mostró vidas recuperadas, sino también la desigualdad brutal en cómo se puede vivir esa libertad.

En Israel , la escena fue de película. Calles llenas de banderas, gritos de alegría, abrazos interminables entre familiares y amigos . Los liberados fueron trasladados a hospitales, donde recibieron atención médica y cuidados inmediatos. La libertad allí se puede gritar, mostrar y celebrar sin miedo . Es pública, visible y, sobre todo, permitida.

En Palestina , la historia fue otra. Miles de liberados regresaron a sus casas bajo un silencio impuesto. Nada de banderas, nada de gritos, nada de celebraciones. Cualquier gesto podía ser interpretado como "exal

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