Donald Trump llegó a Egipto con un objetivo ambicioso: poner fin, de una vez por todas, a dos años de guerra entre Israel y Hamas. Lo hizo acompañado por Abdel Fattah al-Sisi, presidente egipcio, anfitrión de una cumbre inédita que reúne a más de 20 líderes mundiales en Sharm el-Sheij, a orillas del mar Rojo.
Por primera vez en mucho tiempo, Oriente Medio parece detener su espiral de violencia para, al menos, escuchar la palabra “paz” sin cinismo, y al unísono.
El encuentro tiene un aura de acontecimiento histórico. Participan mandatarios europeos, árabes y asiáticos; todos conscientes de que un error podría hacer retroceder años de negociaciones y acabar con miles de vidas.
La ausencia de Israel, de Irán y de Hamas es significativa, pero no terminal. En cierto modo, su no presencia per