Quedó lejos el lema “La libertad arrasa”, que hace apenas unos meses el oficialismo usaba como grito de guerra en redes, actos y spots. El clima hoy es otro: las encuestas dejaron de ser aliadas, los aliados se convirtieron en incógnitas, y en el Gobierno admiten que se conforman con llegar al 33 % de los votos a nivel nacional. “Con el 35% festejamos” dicen por lo bajo en despachos oficiales”.

El oficialismo activó así el plan “perdamos por poco”. Una estrategia de contención electoral que busca evitar un derrumbe en las legislativas del 26 de octubre, con una campaña más defensiva que triunfalista, con la idea de sumar legisladores al exiguo músculo político del gobierno en el Congreso.

El dispositivo central combina giras, shows y un intento de reconexión emocional con la base liberta

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