Del Val se une a la lista de rostros televisivos galardonados que demuestran que ser mediático ayuda a ganar premios pero, sobre todo, a vender libros
Juan del Val, tras su polémico premio Planeta: “Se escribe para la gente, no para una supuesta élite intelectual”
Ana María Matute ganó el Premio Nacional de Literatura, el Premio Nacional de las Letras Españolas y el Cervantes. Jorge Semprún la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. Juan Marsé, el Premio Nacional de Narrativa y el Cervantes. También fueron reconocidos con el Cervantes Francisco Umbral, Álvaro Pombo y Camilo José Cela, que sumó después el Nobel de Literatura, igual que Mario Vargas Llosa. Estos autores tienen en común con Terence Moix, Juan José Millás y Antonio Gala haber sido reconocidos con el Premio Planeta. Un imponente palmarés repleto de figuras con amplio renombre y prestigio por su actividad estrictamente literaria.
El perfil de los novelistas laureados vivió en 2007 un particular 'giro', no necesariamente porque las obras homenajeadas fueran mejores o peores, sino por iniciar una tendencia a que la lista se haya ido engrosando no solo con personalidades del mundo de las letras, sino por rostros cada vez más populares, y televisivos. No indispensablemente Nobeles ni Cervantes.
Boris Izaguirre fue seleccionado como finalista por Villa Diamante, entonces su octava novela, a las que después han seguido otras cuatro. Las puertas del Planeta se abrieron al mundo del cine, con Daniel Sánchez Arévalo (director de Azul oscuro casi negro, Primos, Gordos y Diecisiete), haciéndose con la medalla de plata en 2015 por su primera novela para adultos, La isla de Alice –en 1993 había escrito dos libros de narrativa juvenil–.
La periodista Mara Torres repitió puesto cinco años después con La vida imaginaria y algo más tarde llegaron al codiciado podio –el primer premio está dotado de un millón de euros y el segundo con 200.000 euros– rostros que constituyen primeras filas televisivas como Sandra Barneda y Sonsoles Ónega. Pese a que entre medias han sido reconocidos otros nombres como Javier Cercas, Manuel Vilas o Juan José Millás, el premiado en la última edición, Juan del Val, colaborador habitual de programas de Atresmedia como El Hormiguero, El desafío y La Roca; parece confirmar que la presencia en programas –especialmente del grupo de medios de Planeta– suma galones a la hora de tener más opciones para hacerse con el galardón.
Con todo lo que ello implica, ya que el fin último de estos premios es disparar el número de ventas de los títulos; y cada vez más el número de seguidores en redes y ser una estrella en los platós parece ser más rentable que la calidad de los textos firmados por desconocidos. Como si el sector editorial estuviera cada vez más rendido al espectáculo y alejado de las épocas en las que primaban componentes más allá de lo dictado por el prime time.
El Premio Planeta siempre llevó en sus genes generar repercusión y convertirse en una cita anual a tener en cuenta para elegir con qué volumen ampliar la liberaría –o acertar con los regalos de navidad–. Y, como tal, su palmarés refleja que con los años se ha ido convirtiendo en más valioso –y potencialmente rentable– cosechar likes y saber bailar con las hormigas.
El escándalo como elemento infalible
“Hace tiempo que Planeta ya no busca una gran novela, sino una cara conocida”, valora Blanca Rosa Roca, fundadora de la editorial Roca, “en los últimos tiempos muchos son periodistas, gente que sale en la tele, o que tienen mucho seguimiento en redes”. La editora tiene claro que “los libros se venderán porque los autores son famosos, pero no sé si su calidad se valora tanto”.
Para Pepe Verdes, director del recomendador de libros Librotea, la elección tiene que ver con el escándalo. “A este país le encanta escandalizarse”, comenta para explicar el “sustrato” en el que un premio para Juan del Val haya sido puesto en duda. Ya ocurrió con Sonsoles Ónega, cuyo premio concedido a Las hijas de la criada en 2023 fue criticado por la conexión entre Antena 3 (cadena por la que había fichado el año anterior) y la editorial, ambas pertenecientes al mismo grupo. “El desprestigio con el que han querido barnizar el premio está injustificado. Me cuesta mucho tener que justificar los años que llevo escribiendo y presentándome a premios sin ganar”, argumentó la periodista ante elDiario.es semanas después de conocerse el fallo.
“Se escribe para la gente, no para una supuesta élite intelectual”, afirmó Juan del Val en su discurso este miércoles, donde consideró igualmente que “comercial y calidad no son necesariamente opuestos”. Para Pepe Verdes, los tentáculos del alboroto han operado desde que estos galardones se crearan en los cincuenta. “Aunque por razones distintas, el Planeta de Juan del Val es tan escandaloso como lo fue el de Vargas Llosa”, y en cualquier caso suponen un empujón –y ahorro– para los departamentos de publicidad: “Cada vez que hay un escándalo, las editoriales se frotan las manos porque ya tienen la campaña de marketing hecha”. Blanca Rosa Roca opina en la misma línea: “Al publicar a alguien conocido ya está el marketing medio terminado”. En los Premios Planeta y en el sector en general.
En busca de la rentabilidad
Pepe Verdes plantea que centrar las dudas y comentarios negativos en los ganadores no es necesariamente justo: “Es muy fácil criticar a Planeta por poner a autores muy mediáticos y que saben que van a vender mucho, pero detrás de ellos están también sellos como Tusquets o Seix Barral, que están en las antípodas de los premios, y que a su vez se mantienen porque hay Premios Planeta”.
El director de Librotea considera básico tener en cuenta esta realidad si queremos entender por qué se producen fenómenos como Juan del Val o en su momento Sandra Barneda. También reconoce que más allá de los nombres, le preocupan las “megaestructuras que ha creado la industria editorial española, con dos grandes grupos (Planeta y Penguin) que tienen una cuota de mercado de más de 60%. Eso es un problema, y el elemento que lleva a que los grupos tengan estos premios para mantener sus honorarios y rentabilidad”.
Otro de los motivos por los que los Premios Planeta son un reflejo de la evolución dentro del sector editorial es el aumento de manuscritos que se presentan. En 2019 fueron 582, previamente habían oscilado entre los 400 y 600 participantes. En 2020 subió hasta 846, en 2023 a 1.129 y en 2025 han sido 1.320 los aspirantes. Para Daniel Benchimol, director de la agencia Proyecto451, y que ha colaborado con compañías como Planeta, Penguin Random House, Anagrama y Fundación Leer, este crecimiento exponencial “va en la línea con el aumento de los títulos publicados y el crecimiento de la autopublicación (y la escritura en general)”.
Pepe Verdes recuerda que los propios Vargas Llosa y Cela –como sí hizo Miguel Delibes–, que eran “los bestselleres de la época”, fueron criticados por aceptar el Planeta, a la vez que plantea que una novela como la de Sonsoles Ónega, que vendió 500.000 ejemplares y estrenará a finales de noviembre su adaptación en forma de serie en Antena 3, demuestran que “es lo que la gente quiere leer”. “No es la literatura que defiendo, pero no me siento cualificado para decirle a la gente lo que tiene que leer”, asegura al tiempo que reivindica que “leer es bueno, genera lectores, que después podrán explorar otros géneros”. E insiste: “Cuando intentas mantener una industria a base de la venta de libros, se hace a base de Premios Planeta o libros de autoayuda. Así es como se mantiene una industria gruesa”.
Todavía es pronto para valorar la calidad literaria de Vera, una historia de amor, la galardonada novela de Juan del Val, ya que todavía tiene que pasar por imprenta antes de su llegada a las librerías el próximo 5 de noviembre, al igual que la de la finalista Ángela Banzas, Cuando el viento hable. Hasta entonces, el escándalo –y el marketing– está asegurado.