Mientras Nicolás Maduro moviliza milicias y convoyes blindados para la televisión, buques de guerra y bombarderos estadounidenses esperan a poca distancia de la costa. Entre el espectáculo y el riesgo, los venezolanos viven dentro de un guion que se siente tanto familiar como aterrador: la propaganda promete resistencia, pero una despensa vacía —y un ejército desmantelado— revelan una vulnerabilidad real.

Milicias para las cámaras, un ejército para la represión

Caracas ha convertido la desafiante retórica en teatro. En la televisión estatal, los presentadores invocan a Estados Unidos como un “imperio rapaz”. Al mismo tiempo, himnos patrióticos suenan de fondo mientras se proyectan imágenes de soldados marchando, aviones rusos surcando cielos azules y voluntarios civiles —muchos de ellos

See Full Page