Copenhague es una de esas ciudades que parecen hechas para pasear sin prisa, con el mar siempre cerca y el diseño impregnándolo todo. Sus canales, sus bicicletas y su aire nórdico la convierten en una de las capitales más agradables de Europa. Pero más allá del famoso Nyhavn —ese muelle de casitas de colores que todos reconocemos en las postales—, la ciudad es un mosaico de barrios muy distintos entre sí. Cada uno tiene su propio carácter, su historia y su manera de entender la vida.

Indre By: el corazón histórico y monumental

Si Copenhague tuviera un alma visible, estaría aquí.  Indre By  es el centro histórico, la parte más monumental y turística de la ciudad. En sus calles adoquinadas se concentran algunos de los símbolos más reconocibles: los Jardines del Tivoli, el palacio de  Christiansborg , la residencia real de  Amalienborg  y, por supuesto, la famosa  Sirenita  que vigila el puerto desde una roca.

Entre paseo y paseo, conviene detenerse en  Torvehallerne , un mercado cubierto que es todo un templo gastronómico para locales y visitantes. Desde marisco fresco hasta cafés de especialidad, aquí se come bien sin complicaciones. Es también el punto ideal para empezar a perderse por las calles comerciales de Strøget o para disfrutar del atardecer en el canal de Nyhavn con una copa de vino o una cerveza danesa.

Vesterbro: del barrio rojo al más alternativo

Lo que antes era una zona decadente, hoy es el epicentro del estilo de vida moderno en Copenhague.  Vesterbro  ha pasado de ser el barrio rojo de la ciudad a convertirse en uno de los lugares más vibrantes y creativos. Aquí abundan los bares de autor, las galerías de arte y las tiendas de segunda mano con mucho estilo.

Su corazón es  Kødbyen , el antiguo distrito cárnico, que ha renacido como un espacio lleno de restaurantes y locales con espíritu industrial. Desde una hamburguesa artesanal hasta una cena de marisco, aquí hay opciones para todos los gustos. El ambiente es desenfadado, juvenil y siempre animado. En definitiva, el barrio perfecto para quienes buscan conocer la cara más contemporánea de Copenhague.

Nørrebro: el crisol cultural

Si hay un barrio que represente la diversidad de la capital danesa, ese es  Nørrebro . Con su mezcla de estudiantes, familias, artistas y recién llegados de todo el mundo, este distrito respira multiculturalidad. En sus calles conviven panaderías danesas con kebabs, cafés veganos y librerías de segunda mano.

El ambiente es joven y bohemio, con tiendas curiosas y locales donde la sostenibilidad y el diseño van de la mano. En  Jægersborggade , una de sus calles más conocidas, se suceden boutiques artesanales, panaderías ecológicas y cafeterías que parecen salidas de Pinterest. También merece la pena visitar el parque  Superkilen , un espacio público decorado con objetos de más de 50 países, símbolo de la convivencia que define al barrio.

Østerbro: la calma del norte

Tranquilo, elegante y con un toque familiar,  Østerbro  es el lugar donde los copenhaguenses pasean sin mirar el reloj. Es un barrio residencial, con amplios bulevares, tiendas de diseño y cafeterías minimalistas. En su gran pulmón verde,  Fælledparken , la gente hace deporte, organiza pícnics y disfruta de la vida al aire libre.

También aquí se encuentra el restaurante  Geranium , con tres estrellas Michelin, o las encantadoras casitas color pastel de  Brumleby . Todo en Østerbro parece pensado para vivir bien, sin ruido ni prisas, pero con la sofisticación justa.

Christianshavn: canales, comuna y contrastes

Cruzando uno de los puentes desde el centro se llega a  Christianshavn , una isla urbana que combina historia, arte y rebeldía. A un lado, los canales bordeados por casas coloridas y la iglesia de  Vor Frelsers Kirke , con su icónica aguja dorada; al otro, la famosa  Christiania , la comunidad autogestionada que desde 1971 se rige por sus propias normas y atrae a miles de curiosos cada año.

Además, aquí se encuentra el restaurante  Noma , considerado uno de los mejores del mundo, y el moderno  Reffen Street Food Market , donde se puede comer junto al mar entre contenedores reciclados. Christianshavn es, en una palabra, el barrio más libre y fotogénico de Copenhague.

Frederiksberg: elegancia dentro y fuera del mapa

Aunque técnicamente es un municipio independiente,  Frederiksberg  está rodeado por la capital y forma parte de su vida cotidiana. Es una zona acomodada, repleta de parques, tiendas con encanto y cafés de esos que parecen salidos de una revista de diseño.

El gran protagonista es  Frederiksberg Have , un parque monumental con lagos, garzas y vistas al zoo. En los alrededores abundan los restaurantes de cocina nórdica contemporánea, boutiques exclusivas y calles arboladas que invitan a pasear. Si Indre By es la postal y Vesterbro la noche, Frederiksberg es el respiro.