Desde que el pasado lunes el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, expresara su determinación de retomar el abandono del cambio horario en la UE se ha avivado el debate sobre si es mejor quedarse con el llamado horario de invierno o con el de verano. Los cronobiólogos denuncian que al ser preguntados, muchos ciudadanos eligen el segundo porque lo asocian con días más largos y más luminosos. Pero lo cierto es que elijamos el que elijamos, los días de invierno serán igual de cortos que siempre.
Cómo erradicar para siempre el cambio de hora
Necesariamente, el debate ha de ser otro, y es que en el caso de España deberíamos acumular dos cambios sucesivos de invierno (y ninguno de verano) hasta quedarnos en la zona horaria que nos corresponde. Y entonces podremos erradicar para siempre el cambio de hora.
Y esto es así porque España es el país europeo donde la discordancia entre la hora oficial y la hora solar es más extrema. Esto lo expresaron muy bien Till Roenneberg, Eva C. Winnebeck y Elizabeth B Klerman con el gráfico que reproducimos abajo, y que pueden comprobar los lectores descargándose en el móvil cualquier aplicación que les indique la hora solar de la ubicación en la que se encuentren.
Doble adelanto
De los dos adelantos respecto del huso horario que nos corresponde en España (la franja amarilla en el mapa), uno es permanente y el otro estacional, y tienen su origen en dos momentos históricos bien reconocibles.
El adelanto permanente de una hora se estableció en 1940 al fijar de manera arbitraria que la hora oficial en la España peninsular, Baleares, Ceuta y Melilla fuese la que corresponde al huso horario de Centroeuropa (GTM+1). Así se abandonaba el huso del meridiano de Greenwich (GTM) que nos corresponde por ubicación geográfica (y adelantando, a su vez, a GTM el horario de Canarias, que hasta aquel momento se situaba correctamente en GTM-1).
El segundo adelanto –de carácter intermitente y con antecedentes durante algunos periodos del primer tercio del siglo XX– se consolidó con la llamada crisis del petróleo de 1973. Este segundo cambio trataba de reducir la factura energética (obviando las consecuencias para la salud de tal desfase horario) y es al que asociamos el cambio de hora recurrente que ahora se plantea eliminar. Pero como hemos visto, es solo la mitad del problema.
El mito de que en España se come más tarde
Una comparación de España con otro país mediterráneo como Italia –a una hora solar de diferencia, pero con el mismo horario oficial– nos muestra que realizamos las comidas principales una hora oficial más tarde pero a la misma en términos de hora solar. Esto viene a demostrar que el mito de que en España se come más tarde que en el resto de Europa se mantiene solo porque vivimos en una ficción horaria: el hambre tiene un fuerte componente circadiano.
Así, cuando alguien en España dice que come a las 14:00 en realidad lo hace a las 13:00 hora solar (con el horario de invierno) o a las 12:00 hora solar (con el de verano), como en la inmensa mayoría de países europeos, también en el sur.
Jet lag social
Lo que sí nos diferencia de Italia es que el reloj social nos presiona para comenzar el día antes. Hay más gente en España que se ve forzada a madrugar en exceso y a no descansar lo suficiente.
En este punto, es importante señalar que lo que provoca problemas de salud, de accidentes de tráfico, de rendimiento escolar y de productividad laboral es la disrupción entre el reloj interno de las personas y el reloj social. El primero depende de la edad, factores genéticos y ambientales, y su mayor sincronizador es la potente luz solar que recibimos cada día a través de los ojos. Por su parte, el reloj social se manifiesta a través de compromisos como los horarios laborales o escolares que nos disciplinan para coordinarnos con otros miembros de nuestra sociedad y que generalmente requiere el uso de despertadores.
A la discrepancia entre ambas se le denomina jet lag social porque el efecto es parecido al que se produce cuando nos desplazamos entre zonas horarias y que requiere algunos días hasta aclimatarnos al nuevo huso horario. A diferencia de lo que ocurre en los viajes, al jet lag social no nos habituamos nunca porque, aunque nos despertemos con un despertador que muestra la hora solar de Varsovia (en invierno) o Kiev (en verano), nuestro organismo se sincroniza en realidad cada día con la hora solar del lugar donde vivimos.
Tal desajuste afecta de manera notable, pero no exclusiva, a la población escolar, ya que esta retrasa de manera natural su ciclo circadiano durante la pubertad y la adolescencia, generando un déficit de sueño crónico que afecta a su salud, su bienestar y su rendimiento.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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Daniel Gabaldón Estevan recibe fondos de la Agencia Estatatl de Investigación y de la Generalitat Valenciana a través del proyecto PID2021-126846NA-I00/AE/10.13039/501100011033 y CIACO/2023/120 (Des)ajuste de cronotipo del alumnado y la organización del tiempo escolar: sus efectos en la salud, el aprendizaje, el uso del tiempo y la satisfacción (Kairos).


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