A casi 8 meses de la represión del 12 de marzo, fecha en la que el gendarme Héctor Guerrero le disparó en la cabeza a Pablo Grillo con una pistola lanza gases en la cabeza, la escuela donde debería haber votado el fotógrafo apareció repleta de carteles con pedidos de Justicia por el joven y críticas al Gobierno nacional.
Grillo es fotoreportero y ese 12 de marzo estaba cubriendo una protesta de jubilados al Congreso nacional, que ese día era acompañada por hinchas de fútbol. Tras recibir el impacto del proyectil, el joven casi pierde la vida.
En cinco meses, tuvo siete intervenciones quirúrgicas en la cabeza y por estos días volvió a estar internado en terapia intermedia por un cuadro febril.
Aún en recuperación, Pablo no es el mismo de antes. Su propia familia lo dice. Sin embargo,

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