“Me parecía ayer que te tomé por primera vez en mis brazos… y de repente pasaron cinco años” . Esas palabras, escritas sin pretensión de viralidad, no salieron de un guion de redes. Salieron de un silencio que, por primera vez en años, Gianluca Vacchi decidió no llenar con ruido. Ni con lujos. Ni con destinos programados. Solo con presencia.

Detrás de esa publicación no hay un hombre que cambió de estilo de vida: hay uno que aprendió a desaprender. Antes, cada foto era un acto de exhibición. Ahora, cada foto es un acto de rescate: el de una infancia que no quiere ser documentada, sino vivida. La cocina, antes un espacio funcional, se convirtió en escenario de ballets improvisados. La puerta entreabierta, antes un detalle olvidado, ahora es un pacto silencioso: “si me necesitas,

See Full Page