El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , ha anunciado este jueves su primer acuerdo con el líder chino, Xi Jinping , tras una reunión celebrada en la base aérea de Busan , en el sur de Corea del Sur, al margen de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) .
Trump confirmó que, como resultado del encuentro, Washington reducirá los aranceles al comercio chino del 20 % al 10 % con efecto inmediato , una decisión que marca un cambio de tono en la prolongada guerra comercial entre las dos principales potencias del planeta .
El mandatario norteamericano justificó la medida en el compromiso de Pekín de reforzar el control sobre la producción y exportación de fentanilo , el potente opioide sintético responsable de decenas de miles de muertes en Estados Unidos. Según Trump, el acuerdo es una “recompensa a los esfuerzos de China” por frenar un tráfico que califica de «devastador para la juventud estadounidense».
Una cumbre marcada por el pragmatismo
El encuentro, que se prolongó durante noventa minutos , fue descrito por el propio Trump como «increíble» . Desde el avión presidencial, de regreso a Washington, el líder republicano afirmó que «se han tomado muchas decisiones excepcionales» y que ambas delegaciones «han dado pasos históricos para estabilizar la relación bilateral» .
En el marco del acuerdo, China se compromete a realizar compras “enormes” de soja estadounidense y a suspender durante un año las restricciones a la exportación de tierras raras , minerales estratégicos para la industria tecnológica global. Esta última concesión supone, según analistas, una importante victoria diplomática para Washington , que busca reducir su dependencia de la cadena de suministro asiática.
Fuentes cercanas al Departamento de Comercio confirmaron que la reducción arancelaria entra en vigor de manera inmediata , mientras equipos técnicos de ambos países trabajarán en las próximas semanas para definir un mecanismo de verificación sobre el control del fentanilo .
Un tono conciliador tras años de tensiones
La reunión en Busan fue la primera cita presencial entre Trump y Xi desde el regreso del republicano a la Casa Blanca en enero de 2025 . Ambos líderes, que han mantenido una relación marcada por altibajos, mostraron esta vez un tono abiertamente conciliador.
Trump destacó su intención de abrir una nueva etapa en las relaciones bilaterales , al afirmar que «vamos a tener una relación fantástica durante mucho tiempo» y describir a su homólogo como «un negociador muy duro, pero también un gran líder de un gran país» .
Por su parte, Xi Jinping aseguró sentirse «muy emocionado de volver a ver al presidente Trump» y expresó su disposición a «seguir trabajando juntos para construir una base sólida en las relaciones entre Pekín y Washington» . El líder chino reconoció que «no siempre estamos de acuerdo, y es normal que las dos principales economías del mundo tengan fricciones» , pero insistió en que ambos deben «mantener el rumbo correcto y garantizar la navegación estable del gigantesco barco de las relaciones sinoestadounidenses» .
El fentanilo, el detonante del acercamiento
El tráfico ilegal de fentanilo , fabricado en gran parte en laboratorios clandestinos chinos y distribuido por redes criminales hacia Estados Unidos y México, se ha convertido en uno de los principales puntos de fricción entre ambos países . La Casa Blanca acusa a Pekín de no hacer lo suficiente para detener la exportación de precursores químicos , mientras que el Gobierno chino denuncia una “politización del problema” .
El nuevo acuerdo representa, por tanto, un gesto simbólico y estratégico . Para Trump, supone un triunfo diplomático que refuerza su discurso de «mano dura y resultados tangibles» antes del arranque del ciclo electoral de 2026. Para Xi, es una oportunidad de aliviar la presión económica interna y proyectar una imagen de socio responsable y cooperativo en la escena internacional.
Un respiro en la guerra comercial, pero con cautela
Pese al optimismo expresado por ambos líderes, expertos en comercio internacional advierten que el entendimiento es solo una tregua parcial . Las tensiones estructurales —propiedad intelectual, acceso a mercados, subsidios estatales y competencia tecnológica— persisten sin resolverse .
«La rebaja del 10 % es más política que económica», apuntó un analista de la Cámara de Comercio Americana en Asia, al señalar que «ambos países buscan mostrar avances sin comprometer sus intereses estratégicos».
Aun así, el gesto ha sido recibido con alivio por los mercados , que reaccionaron con subidas moderadas en las bolsas de Tokio, Hong Kong y Nueva York , mientras el yuan registraba una ligera apreciación frente al dólar .
Un delicado equilibrio geopolítico
El acuerdo de Busan evidencia que la rivalidad entre Estados Unidos y China sigue enmarcada en un equilibrio de poder pragmático , donde las sanciones, los acuerdos y la competencia tecnológica se entrelazan con los intereses de seguridad y salud pública.
Para Trump, la reducción de aranceles vinculada al fentanilo le permite mostrar firmeza y humanidad a la vez . Para Xi, la negociación abre una vía de deshielo controlado , que podría reactivar el comercio bilateral y reducir el aislamiento internacional de Pekín tras años de sanciones.
Sin embargo, en Washington nadie olvida que la guerra comercial iniciada en 2018 no ha terminado , y que cada concesión estará sujeta a verificación y reciprocidad. Como resume un diplomático asiático, «esta no es la paz, es una tregua armada entre dos gigantes que se necesitan más de lo que admiten» .

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