Cuando Fernán Gómez publicó la primera edición de sus memorias, su amigo Manuel Alexandre le objetó que como antiguo compañero suyo en la escuela de arte dramático recordaba perfectamente que todos los recuerdos que tenía de aquella escuela eran equivocados.
Y el amigo de ambos Rafael Alonso, a quien ambos recordaban como compañero en la misma escuela, dijo recordar sin género de dudas que ni Alexandre ni Fernán Gómez habían estudiado allí nunca. En la segunda edición -ampliada-, pasados ocho años, escribió el autor que 'los recovecos de la memoria, y la desmemoria, son inescrutables porque todo lo que no recordamos es como si no hubiera sucedido'. (Y a quienes le reprocharon que su libro más que de memorias era de recuerdos porque le faltaba salseo, diríamos hoy, les concedió que seguram

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