La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos ha implementado un programa de vigilancia que monitorea a millones de conductores en todo el país, identificando y deteniendo a aquellos cuyos patrones de viaje son considerados sospechosos. Esta información proviene de una investigación reciente que revela cómo este sistema de inteligencia predictiva ha llevado a que muchos conductores sean obligados a detenerse, registrados y, en algunos casos, arrestados.
El programa utiliza una red de cámaras que escanean y registran las matrículas de los vehículos. Un algoritmo determina qué vehículos son sospechosos, basándose en su origen, destino y ruta. Posteriormente, los agentes federales pueden alertar a las autoridades locales sobre estos conductores. A menudo, los motivos para detener a los conductores incluyen infracciones menores como exceso de velocidad o el uso inadecuado de luces direccionales.
La Patrulla Fronteriza, que originalmente se enfocaba en la vigilancia fronteriza, ha expandido su alcance al interior del país, monitoreando las actividades diarias de ciudadanos comunes en busca de anomalías. Este cambio ha sido significativo en los últimos cinco años, con un aumento en la colaboración con otras agencias, incluyendo la DEA y programas policiales locales financiados por el gobierno federal.
Recientemente, se ha solicitado a la Patrulla Fronteriza que utilice tecnología de reconocimiento facial para identificar a los conductores. Este enfoque ha transformado a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) en una operación de inteligencia nacional, recibiendo más de $2,700 millones para desarrollar sistemas de vigilancia fronteriza.
La investigación, que se basa en entrevistas con exfuncionarios gubernamentales y documentos judiciales, revela que la Patrulla Fronteriza ha mantenido en secreto muchos detalles de su programa. Los lectores de matrículas están camuflados en las autopistas, integrados en elementos de seguridad vial, y la agencia ha definido sus propios criterios para determinar qué comportamientos son sospechosos.
La red de cámaras se extiende a lo largo de la frontera sur y también monitorea a los conductores en áreas metropolitanas distantes, como Phoenix y Detroit. La CBP ha afirmado que su uso de lectores de matrículas está regulado por un marco normativo estricto y que opera dentro de un radio de 160 kilómetros de la frontera, aunque está legalmente autorizada a operar en cualquier parte de EE.UU.
Sin embargo, el crecimiento de estas redes de vigilancia ha suscitado preocupaciones sobre la constitucionalidad de tales prácticas. Juristas han comenzado a cuestionar si la vigilancia masiva, que captura datos de todos los conductores, podría ser inconstitucional bajo la Cuarta Enmienda, que protege contra registros irrazonables.
Expertos en privacidad han expresado su preocupación por la recopilación masiva de datos, argumentando que estos sistemas no necesariamente aumentan la seguridad de las comunidades. La vigilancia predictiva se ha convertido en una realidad en las carreteras estadounidenses, similar a prácticas observadas en otros países, tanto autoritarios como democráticos, en nombre de la seguridad nacional.

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