Max lleva tantos pasajeros por día desde el Aeropuerto Ben Gurión a los hoteles y casas en Tel Aviv que ya tiene hasta estilo propio para esperarlos. Levanta el cartel que identifica al pasajero que fue a buscar, apoya la espalda en una columna, la pierna la dobla algo de costado y la expresión parece la de un hombre que está fumando un cigarrillo aunque no sea así.

Nacido en Rusia y con orígenes de judíos que tras la caída de la Unión Soviética emigraron a Israel, su segunda patria, responde con mucho alivio pero con el descreimiento con que buena parte de la población está recibiendo el cese de fuego con el grupo terrorista Hamás que Benjamín Netanyahu aceptó reestablecer en octubre pasado -el segundo en el año- por presión de Donald Trump.

Tiene algo más de 50 años, y su descreimi

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