El expresidente peruano Pedro Castillo ha sido condenado a 11 años, cinco meses y 15 días de cárcel por el delito de conspiración para una rebelión, al considerarlo culpable de un autogolpe en su intento  de imponer un Gobierno de excepción a finales de 2022.

La Sala Penal Especial de la Corte Suprema considera que el exmandatario izquierdista no consumó el delito de rebelión al no concretarse sus intenciones golpistas, motivo por el que la Fiscalía varió durante el juicio la solicitud de pena contra el ex jefe de Estado desde 34 años de cárcel a la finalmente dictada por el tribunal. 

El día de los hechos, Castillo dio un mensaje a la nación en el que ordenó disolver temporalmente el Congreso (Parlamento), intervenir la Judicatura y gobernar mediante decretos, tras una nueva e inminente moción en el Legislativo, dominado por la oposición, para destituirlo al salir a la luz indicios de presunta corrupción que lo salpicaban directamente a él.

Sin embargo, su pronunciamiento no surtió efecto y a los pocos minutos fue detenido cuando había abandonado el Palacio de Gobierno de Lima y se dirigía aparentemente a la Embajada de México, donde su familia sí llegó y recibió asilo, mientras Castillo fue horas después destituido por el Congreso y enviado a la cárcel donde permanece hasta ahora.

La sala ha absuelto a Castillo de los delitos de abuso de autoridad y grave perturbación del orden público, pero le ha impuesto una inhabilitación para ejercer cargos públicos por dos años, además del pago de una indemnización de 12 millones de soles (3,5 millones de dólares) en forma solidaria con sus coacusados.

La misma pena de 11 años, 5 meses y 15 días de cárcel recayó sobre Betssy Chávez, la ex primera ministra asilada actualmente en la residencia de la embajada de México en Lima, y para la que el tribunal ordenó una nueva búsqueda y captura contra ella; y sobre el exministro del Interior Willy Huerta. Sin embargo, la sentencia contra Huerta quedará suspendida hasta la segunda instancia en caso de que apele y siga una serie de normas de comportamiento.

Mientras, el ex primer ministro y jefe de asesores de Castillo en el momento de los hechos, Aníbal Torres, recibió una condena de seis años y ocho meses de cárcel que el tribunal dejó sin aplicar por razones humanitarias debido su edad, 82 años. Por su parte, los exjefes policiales Manuel Lozada y Justo Venero fueron absueltos de los cargos.

El tribunal emitió esta sentencia pocos días antes de que se venciese los tres años de prisión preventiva que se habían dictado contra Castillo cuando fue detenido el mismo día de los hechos, por lo que debía salir en libertad si antes no se anunciaba el fallo.