Vladímir Putin ha querido mandar un triple mensaje a Donald Trump antes de recibir a sus enviados, Steve Witkoff y Jared Kushner, en el Kremlin, para discutir el plan de paz para Ucrania. Consciente de que las expectativas de avances significativos sobre el encuentro eran pocas y de que la cita no daría grandes titulares, el líder del Kremlin ha querido fijar el relato de antemano.
Es por eso que la reunión, que ha durado cinco horas ha ido precedida de tres gestos nada casuales del presidente ruso que definen la posición actual de Rusia. El primero ha consistido en amenazar a los países europeos con que Rusia está preparada para un enfrentamiento si ellos lo provocan, y acusar a Bruselas de querer dinamitar las conversaciones con condiciones que Rusia no puede aceptar; el segundo, la larga espera a la que ha sometido a sus invitados para demostrarles quién marca el ritmo de las negociaciones; y el tercero, la visita a un punto de mando del ejército, vestido de militar, para proclamar sin pruebas la conquista de Pokrovsk, en Donetsk.
Cada uno de los elementos tiene una finalidad distinta, pero un mismo destinatario: el presidente de Estados Unidos.
Amenaza a Europa
El dirigente ruso se esfuerza en mostrarse abierto a dialogar y señala a Ucrania y a sus aliados europeos como la parte beligerante. Con este propósito, antes de la reunión, se dirigió a sus medios afines para culpar a Europa de “obstaculizar al presidente Trump”, “bloquear el proceso de paz” y presentar unos cambios a la propuesta norteamericana “absolutamente inaceptables” para Rusia. Es decir, Putin busca una coartada, en caso de que las negociaciones descarrilen, para culpar a Zelenski y a sus socios, que Trump abandone la mediación y retire el apoyo a Ucrania.
Asimismo, mantiene el tono desafiante. “No iremos a la guerra con Europa, lo he dicho 100 veces. Pero si Europa de repente quiere luchar y comienza [la guerra], estamos preparados ahora mismo”, advirtió. Y añadió que la derrota de los países europeos sería tal que “no quedaría nadie para siquiera negociar un acuerdo de paz”. La semana pasada Putin calificó de “ridículo” el punto del borrador del plan de paz por el cual Rusia prometía no atacar Europa.
Trump deberá esperar
El presidente ruso también ha querido dejar claro a Trump que deberá tener paciencia y que ya puede olvidarse del acuerdo rápido que tiene tantas ganas de anotarse. Por eso, a la hora prevista para la reunión, mientras Witkoff y Kushner mataban el rato paseando por el centro Moscú acompañados del negociador ruso Kírill Dmitriev, Putin empezaba su intervención en un foro económico.
No es la primera vez que Witkoff se ve obligado a esperar al anfitrión ruso: en marzo tardó ocho horas en recibirlo. En aquella ocasión, el emisario norteamericano debía convencer a Putin de comprometerse a un alto el fuego de 30 días, que Rusia acabó rechazando.
El Kremlin no tiene prisa porque quiere asegurarse de que todas las cláusulas del plan de paz se ajustan a sus demandas y no dejan en el aire cuestiones que para Moscú son existenciales. Mientras no se resuelvan los puntos en los que ninguno de los dos bandos quiere ceder, la discusión sobre los territorios y garantías de seguridad, Putin maniobrará para alargar las negociaciones y llevarlas a cabo de forma estructurada, a fin de abordar cada detalle.
Putin amenaza con más conquistas
El Gobierno ruso tampoco quiere correr porque se siente fuerte en el campo de batalla. El anuncio de la “liberación” de Pokrovsk, calcado al de Kúpiansk, hace dos semanas, también pretende convencer a Trump de que la caída de todo Donetsk es cuestión de tiempo y que si no fuerza al líder ucraniano, Volodímir Zelenski, a firmar un acuerdo favorable en Moscú, las condiciones para Ucrania cada vez serán peores.
Pokrovsk, un antiguo núcleo ferroviario que, antes del asedio ruso, era un nodo fundamental para el abastecimiento del frente oriental, se ha consagrado en los últimos meses como una obsesión para Rusia, necesitada de una victoria simbólica antes de fin de año. Su control permitiría a las tropas de Moscú seguir avanzando en dirección norte hacia las dos últimas grandes ciudades del Donbás bajo dominio de Kiev, Sloviansk y Kramatorsk, aunque es improbable que las defensas ucranianas colapsen tras esta derrota.
Putin también ordenó la creación de “una zona de seguridad a lo largo de la frontera con Ucrania”, una idea que no es nueva, pero que es un indicio de la poca disposición del presidente ruso a soltar el pie del acelerador. En este contexto se inscribe el anuncio sin confirmar de la toma de otra localidad, Vovchansk, al noreste, en Járkov. Rusia puede utilizar las conquistas en regiones ucranianas no anexionadas en su constitución, como Járkov, Sumi, Chernígov o Dnipropetrovsk, para intercambiarlas en unas futuras conversaciones de paz.
Putin ya rechazó un plan de Witkoff
Esta ha sido la sexta visita de Witkoff a Rusia desde febrero. El emisario norteamericano se ha convertido en el negociador favorito del Kremlin por su receptividad a las narrativas rusas. De hecho, una conversación telefónica filtrada por Bloomberg la semana pasada reveló que había instruido al asesor presidencial Yuri Ushakov sobre cómo deslizar a Trump la idea de elaborar un plan de paz parecido al de Gaza . También le recomendó que se anticipara a la visita de Zelenski a la Casa Blanca en que iba a pedir el suministro de misiles Tomahawk.
Poco después, Ushakov y Dmítriev discutieron en otra llamada filtrada por la publicación cuál debería ser la estrategia de Moscú. Ambos concluyeron que lo mejor sería enviar un documento informal con las exigencias rusas para que los norteamericanos incluyeran las que creyeran convenientes en su borrador. De ahí nació parte del plan original de 28 puntos que han estado discutiendo funcionarios ucranianos y estadounidenses. Conversaciones en Ginebra entre Washington y Kiev dieron como resultado una nueva propuesta de 19 puntos, según distintas informaciones, más favorable para el país invadido y sus socios europeos que este primer proyecto.
Dmítriev mantiene una excelente relación con Witkoff y con Kushner. El yerno de Trump es una persona clave en las relaciones con Rusia. En el primer mandato del republicano estableció contactos con el negociador ruso, y años después, esta se convirtió en una de las primeras vías para el deshielo diplomático entre Moscú y Washington en febrero.
La de este martes no ha sido la primera vez que Witkoff llegaba al Kremlin con una iniciativa de paz bajo el brazo. También lo hizo en abril, cuando, según varios medios, ofreció a Putin un alto el fuego a cambio de reconocer internacionalmente la soberanía rusa de Crimea, congelar la frontera en la línea del frente y aceptar de facto como rusos los territorios ocupados de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia.
La propuesta no satisfizo al presidente ruso y el enviado norteamericano se volvió a Washington tras un portazo. Witkoff pisó de nuevo Rusia en vísperas de la cumbre de Alaska entre presidentes cuatro meses después, en agosto.
Zelenski espera “señales”
Por su parte, Zelenski, de visita oficial en Dublín, ha asegurado que espera “señales” de la reunión en el Kremlin. Si son positivas, apunta, sus representantes volverán a reunirse con la delegación estadounidense. Según Axios , este encuentro podría producirse este miércoles en un país europeo. “Tendrán que informarnos inmediatamente después de la reunión. En función de esas señales, y de cómo sean, se decidirán los pasos a seguir”, afirmó el presidente.
Ucrania admite que todavía no hay acuerdo sobre la cuestión territorial, uno de los temas más delicados para ambos bandos. Según RBC-Ucrania , los representantes ucranianos sostienen que cualquier concesión “no es posible” por las restricciones constitucionales, el rechazo por parte de la sociedad ucraniana y “la inconsistencia con la situación real”, ya que Rusia todavía no controla la totalidad del Donbás, si bien reclama que se le entregue por completo.
La otra cuestión compleja sin resolver son las llamadas garantías de seguridad, los mecanismos para que Ucrania no quede indefensa ante un nuevo ataque ruso. Kiev pide que en el plan de paz no se vete tajantemente su adhesión a la OTAN, mientras que para Moscú es una línea roja.

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