A menudo busco cómo conectar el presente con el pasado y el pasado con el presente. Tendrá que ver con que estudié Historia, o quizá estudié Historia porque me gusta conectar puntos en el tiempo. En todo caso, el hecho es que no puedo evitar ver señales del presente en el pasado y del pasado en el presente.

Este fin de semana fui al Museo Hirshhorn, en el National Mall de la ciudad, y en la colección permanente me crucé con un cuadro muy representativo del pintor alemán George Grosz (1893-1959) de hace más de un siglo y, al verlo, no pude evitar pensar en Mar-a-Lago, en las fiestas de Donald Trump rodeado de lujos y dorados mientras su ciudadanía se queda sin ayudas para alimentos o no sabe si tendrá seguro médico dentro de cuatro semanas.