El 47 aniversario de nuestra Carta Magna que hoy celebramos la inmensa mayoría de españoles por mucho que en el ámbito institucional vuelvan a destacar sonoras ausencias, no llega como una efemérides de número redondo, de esas que invitan a profundos análisis en forma de balance, razón por la que nuestra clase política tal vez no dedique hoy sus mejores galas, sin embargo, a diferencia de otras muchas efemérides, llama especialmente la atención el estado en el que se encuentra el país llegada esta celebración constitucional, una situación probablemente inédita en décadas de democracia, no por la fortaleza de lo que entendemos como Estado derecho –el que forjaron nuestros padres y abuelos tras la muerte del dictador– sino por el inquietante riesgo que suponen algunas amenazas que traen, cad

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