El reciente atentado contra el Batallón de Alta Montaña en el municipio de El Espino volvió a poner a la región en los titulares nacionales. La acción violenta, atribuida a grupos armados ilegales, reavivó temores de un pasado marcado por la confrontación. Sin embargo, reducir este territorio a la violencia sería injusto y dañino. El norte de Boyacá es mucho más que un recuerdo de guerra: es un espacio de resiliencia, cultura y paisajes imponentes que merecen ser reconocidos.
Durante los años más duros del conflicto armado, comunidades de esta zona vivieron con miedo y desconfianza. El ataque reciente amenaza con revivir esa percepción, pero insistir en la narrativa de violencia perpetúa un señalamiento que afecta directamente a sus habitantes. La estigmatización no solo hiere la dignidad

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