Margaret Patter camina desde que era muy niña. Y no en cualquier geografía, sino en la montaña. Ella es un ejemplo de que es posible superar las ocho décadas sin que las limitaciones de la vejez nos alcancen. Combina dos pasiones que cultivó desde pequeña: la montaña y los viajes . “Cuando veo una colina o un cerro tengo el impulso irresistible de treparlos”, dice, el día que vio uno de sus sueños por fin cumplidos: conocer la cordillera de los Andes.
Empezó a caminar por las alturas cuando tenía solo doce años, en su Inglaterra natal . “Estábamos de vacaciones. Mi madre se quedó en la casa con mis hermanos menores y yo fui con mi padre a las montañas del noroeste. Él las conocía bastante bien de su época de estudiante. Parábamos en un viejo hotel de los de antes. El tiempo no era

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