La noche porteña estaba terminando de caer cuando, a las 21 horas, las puertas de Tequila Club, el histórico boliche ubicado en la Costanera, se abrieron bajo un resplandor rojo intenso que bañaba la fachada. Entre guirnaldas de luces cálidas, flores carmesí y cortinados, comenzó a desplegarse la celebración del casamiento de Juan Cruz Ávila y María Guastavino , una unión largamente esperada que reunió a cerca de 350 invitados del mundo político, empresarial y mediático. Esa composición lumínica, anticipaba algo que se confirmaría a lo largo de la noche: la fiesta estaba pensada como una experiencia única.
La pareja llegó por separado, pero casi en simultáneo. El día había empezado con un almuerzo en el Hotel Faena, donde ambos festejaron el civil junto a sus hijos: Malena , hija

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