BELÉM, Brasil (AP) — Zaqueu Belém Araújo corta una hoja de un árbol de açaí y la dobla y retuerce hábilmente, atando un extremo al otro para formar un fuerte anillo. Se quita las sandalias, coloca sus pies descalzos en el anillo de palma y trepa rápidamente por el tronco del árbol para alcanzar una rama del codiciado fruto.

Así es como se ha cosechado la baya de açaí durante generaciones en los quilombos brasileños, comunidades de descendientes de esclavos fugitivos. La técnica mínimamente invasiva no daña los árboles y ayuda a mantener en pie los bosques amazónicos.

“Entendemos que mantener viva la selva también nos mantiene vivos”, señaló Erica Monteiro, una de las aproximadamente 500 residentes de Itacoa Miri, una comunidad de calles sin pavimentar a unos 40 minutos en barco de la ext

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