La leche materna es un fluido vivo como la sangre y, como la sangre, salva vidas. Es inimitable. No se puede fabricar. Salva las vidas de bebés muy prematuros que han nacido antes de tiempo o que están enfermos porque les protege frente a la amenaza de la enterocolitis necrotizante, enfermedad muy habitual por la que se necrosan sus intestinos y pueden fallecer. Además, sus factores de crecimiento les ayudan a madurar gastrointestinalmente, a mejorar su neurodesarrollo, a un menor riesgo cardiovascular y les protege frente a infecciones presentes y futuras.
Para estos bebés es vital poder recibir leche materna, la cual, según evidencia científica, mejora su salud y reduce las estancias en las unidades neonatales, reduce el número de intervenciones con complicaciones y reduce la mortalidad

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