Con sardónica sonrisa, muchas veces, el expresidente Andrés López nos anunció el fin de la corrupción y mientras agitaba una mano sobre su nívea y rala cabellera, nos decía, acá arriba y agitaba con la otra un pañuelito blanco en el andén de su propaganda, para despedir el tren de la mala conducta de los altos servidores públicos.
--Se acabó. Se acabó la corrupción decía con fingimiento mayor y palabrería para idiotas. Obviamente era una más de sus miles de mentiras.
La corrupción de dádivas ilegales, amistades oscuras, truculencias presupuestarias, sociedades con el crimen organizado, desviaciones crónicas de dinero público hacia un movimiento cuyo desarrollo habría sido imposible sin muchos millones de pesos, además de maniobras de ascenso al poder mediante concesiones, cesiones y asoc