Así está el presidente Macron después de la caída estrepitosa y esperada del cuarto primer ministro de su segundo mandato, el conservador François Bayrou, a quien la izquierda insumisa y la derecha lepenista le han negado la confianza que pedía. Macron baraja un volantazo para ofrecer, a la desesperada, el sillón de clavos al socialista Faure. En funambulismo permanente se mueve también el Gobierno español, pendiente esta semana del futuro del proyecto estrella de Yolanda Díaz, la reducción de la jornada laboral. La inquina de Israel no le molestará en absoluto. Pero sí supone un duro golpe político que Junts, pese a la reciente visita de Illa, la castigue en el Parlamento.

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