El director compite con su thriller protagonizado por Antonio de la Torre y Bárbara Lennie en el Festival de San Sebastián, donde también presenta su serie sobre el 23F 'Anatomía de un instante'
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Dos niños esperan con las gafas de bucear puestas a que su padre les dé permiso para tirarse y ser el primero en capturar el reloj de oro que está a punto de lanzar. Ellos desaparecen, nadan bajo la atenta mirada de un hombre para el que el océano lo es, ha sido y será, todo. Una relación de amor, dependencia y pulsión que le acompañará hasta el último de sus días y que heredarán sus retoños, Antonio y Estrella, una vez se hagan mayores. Estos hermanos, en su edad adulta, y encarnados por Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, son los protagonistas de Los tigres, la nueva película de Alberto Rodríguez, que participa en la Sección oficial del Festival de San Sebastián.
Un thriller que aborda las ausencias familiares, la importancia –y condena– de los cuidados, el tráfico de drogas en Huelva y las familias desestructuradas.
La filmografía del cineasta la copaban –hasta ahora– parejas de protagonistas masculinos. En La isla mínima, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez eran dos policías que investigaban la desaparición de dos chicas. En El hombre de las mil caras, Eduard Fernández y José Coronado escapaban del control del Gobierno; y en Modelo 77 Javier Gutiérrez y Miguel Herrán intentaban escapar juntos de la cárcel. Los tigres es la primera película que no está liderada por dos hombres. Un cambio que tanto a él como al coguionista Rafael Cobos les “apetecía mucho”, además de que les permitía que el largometraje “se equilibrara”.
“Nos permitía hablar de otras cosas, como del cuidado. Una cosa tan simple, pero tan compleja. A la hora de plasmarlo sobre la pantalla considera que este filme se diferencia de sus anteriores en cuanto a las cotas de sutileza: ”La parte más social está muy sugerida, no está subrayada“. Como el hecho de que Estrella tuviera que volver a Huelva tras varios años trabajando en Canarias para hacerse cargo de su padre enfermo.
Jugarse la vida, cada día
Alberto Rodríguez indica que el punto de partida de la película fueron las petroquímicas que actúan como un elemento más de las costas, y que cada verano ve al viajar por Huelva. Son espacios de más de 300 metros de largo, de los que depende el honorario de muchas personas. Entre ellas, los buzos de inmersión como el que encarna Antonio de la Torre. “No sabía que el 80% de lo que se mueve en el mundo se hace en el barco, y ellos son imprescindibles porque trabajan en los puertos, los barcos, ponen anclas, limpian cascos, conectan tuberías, arreglan pantanos. Son muy necesarios y desconocidos”, describe el cineasta sevillano, que suma que pese a la “dureza” de su profesión, “viven en gran pecariedad en cuanto a que su vida está siempre suspendida de un hilo”.
Durante la investigación que realizó para escribir el largometraje, hablaron con numerosos profesionales y sindicatos, además de navegar junto a ellos para entender cómo es su día a día. “Las veces que nos embarcábamos veíamos a la tripulación bromeando, hasta que un buzo se pone el casco y cae al agua. El rato que está debajo del agua es una especie de thriller, porque todo depende de un instante”, señala. Así lo han trasladado al filme, en el que Estrella apenas se sumerge porque tiene una lesión en el oído –que se hizo precisamente buceando, buscando el reloj de su padre, cuando era niña– que no le permite hundirse más de 20 metros.
Antonio, al que Rodríguez describe como “una especie de hombre anfibio, de titán”, sí que se juega cada día la vida, hasta desarrollar un problema de corazón. La esperanza de vida de los buzos es más reducida que la del resto, algo que comentan entre ellos, por cómo los cuerpos sufren y se deterioran cada vez que tienen que tirarse al agua: “Siempre dicen que un buen día es aquel en el que no se mojan”.
Todo el talento que Antonio derrocha bajo el agua brilla por su ausencia cada vez que sube a la superficie, incluyendo el cuidado de su salud, la de su hermana, y su propia familia. Está separado y apenas se hace cargo de sus hijas. “Es un auténtico desastre, no toma ni una decisión correcta. Siempre hace justo lo contrario a lo que tendría que hacer. Para equilibrarlo nos pareció muy interesante que el personaje de Bárbara fuera justo lo contrario”, reconoce el director.
Durante sus inmersiones, Antonio se da cuenta de que hay un barco que, cada determinados meses, aparece con alijos de droga. Un cargamento que tratará de acopiar para ganar el dinero que necesita para pasar la manutención a sus hijas, y que revolverá aún más la espiral de problemas tanto para él como para sus seres queridos. Fariña –aunque no solo– convirtió a Galicia en el escenario por excelencia en el que rodar películas sobre el narcotráfico, pero aquí la acción es trasladada al sur del país. “Todo está cambiando. Se ha puesto tanta presión en el Estrecho que empiezan a desplazarse hacia Huelva”, describe sobre el contexto.
“Elegimos que nunca se viera a quienes son, ellos se acercan y hacen cosas, pero no les ves”, aclara el director sobre por qué los 'malos' del filme no tienen rostro. Una de las experiencias que les llevó a tomar esta determinación fue que una de las veces que salieron al mar, estando en el puesto de mando, pasó un hombre en una lancha rápida y los marineros les dijeron que iría a respostar. Rafael Cobos se puso a grabarle con el teléfono móvil y en seguida le dieron que parara. “No es un invento ni una broma, está bastante presente”, advierte.
“La palabra correcta es Genocidio”
Alberto Rodríguez hace doblete en el festival, donde también presenta la serie Anatomía de un instante, que está basada en el libro homónimo de Javier Cercas sobre el Golpe de Estado del 23F. Lo hace en una edición que arrancó este viernes marcada por las protestas de cientos de manifestantes que denunciaron el genocidio en Gaza en la alfombra roja del certamen. Desde la organización se posicionaron en la misma línea antes de su comienzo, a través de un comunicado en el que condenaron las “mascres inimaginables” con las que Israel “está sometiendo al pueblo palestino”.
“Como ciudadano esto abiertamente a favor de que se embarguen ya las armas a Israel y que esto se pare como sea. Como cineasta también, porque entiendo que uno tiene que estar comprometido con la causa que cree justa”, valora Alberto Rodríguez, “ahora mismo hay un problema de definición de una matanza, estando clarísimo lo que está ocurriendo. La palabra correcta es genocidio, no hay que darle más vueltas”.
Como ciudadano esto abiertamente a favor de que se embarguen ya las armas a Israel y que esto se pare como sea. Como cineasta también, porque entiendo que uno tiene que estar comprometido con la causa que cree justa
En lo que respecta a Anatomía de un instante, el director comenta que fue un encargo de Movistar Plus+, y que su primera respuesta fue un 'no', porque no quería “otra vez hablar de la Transición”. Sin embargo, le insistieron en que se leyera el libro y, una vez le dio la oportunidad, se dio cuenta de que, más allá de los datos que no conocía, el texto albergaba “una construcción sobre la Transición apasionante”. Acabó diciendo que 'sí'. La ficción, que aún no tiene fecha de estreno, está protagonizada por Álvaro Morte, Manolo Solo y Eduard Fernández; y se proyectará también durante el festival.
“No hay nada nuevo en lo que estamos contando, pero sí en la forma de exponerlo y ordenarlo”, avanza. Para Alberto Rodríguez la clave está en el retrato de las contradicciones que presentaron todos los personajes envueltos en el 23F: “El hecho de que un falangista terminara siendo el que ayudarse a que se legalizara el Partido Comunista es una cosa increíble. Que un comunista que se había tenido que tirar cuarenta años en el exilio se reuniera con un falangista y acordaran lo que iban a intentar es alucinante”. También le interesó el hecho de que “todo el mundo sabía que el golpe de Estado se iba a producir. No fue que de repente hubo tres locos que entraron y se pusieron a pegar tiros, fue un golpe empujado por una parte de la sociedad, empresarios, la Iglesia, el Ejército y buena parte de las fuerzas políticas”.