“Quién le pone el cascabel al gato” es un dicho popular que proviene de una fábula en la que unos ratones, preocupados por el acecho del felino, proponen ponerle un cascabel para poder escuchar sus movimientos. Sin embargo, ninguno se anima a hacerlo, dado el peligro evidente que representa acercarse al gato. Con sus claroscuros la expresión puede aplicarse a Néstor Otero , un empresario de bajo perfil y que siempre se movió en las sombras. Aunque esto terminó volando en pedazos.

A Otero ya se le venció hace diez años, la prórroga que, por una década le había otorgado el condenado secretario de Trasporte Ricardo Jaime . Con procesamientos y condenas, los negocios del “zar de Retiro” permanecían, hasta ahora, inmutables. Es un negocio híper lucrativo y tiene la dimensión de un pueblo

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