Como si fuera una versión de aquella cuestión del “fin de la historia” que planteó Francis Fukuyama en 1992, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, profundizó en el fin de la diplomacia adentrándose en la jungla de las armas.
A pesar del giro del Donald Trump, o tal vez por eso, respecto a que ahora el presidente de Estados Unidos apuesta por la victoria de Kyiv y la recuperación de las antiguas fronteras, el discurso de Zelenski en la Asamblea General de la ONU se centró en la urgente necesidad de que los aliados les faciliten más armas mediante una visión apocalíptica que va mucho más allá de su país.
“No hay garantías de seguridad salvo los amigos y las armas. Por eso invertimos en defensa, no hay alternativa”, proclamó en el estrado de la institución que nació hace ochenta año