Los diplomáticos soviéticos solían negociar disidencias con una pistola Makarov 9 mm cargada sobre la mesa. Sabía el interlocutor, entonces, que toda negociación implicaba poder , y que la capacidad de daño era parte del poder. Esa lógica, en la “ diplomacia grande ” era idéntica, pero con armas nucleares, y estaba fundada en una razón inapelable: nada es más político que eso. Sin utilidad o capacidad de daño, no hay político. Todo lo demás carece de relevancia.

Esa premisa, en el escenario argentino y con la irrupción de Provincias Unidas puede ser útil en el desarrollo de mi interpretación. La destrucción de Juntos por el Cambio , que ya en sus últimos días se parecía más a ‘La cosa’ de John Carpenter que a una oferta política, sirvió la oportunidad indicada para un peron

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