(Por Ana Lissardy & Daniel Robles ● Mosaicos ) Los gestos de la mano casi idénticos, los dedos, la muñeca, la intención; lo que pinta y lo pintado se funden en la punta mínima de un pincel, en cada una de las cerdas, y se pierde aquello que separa el lienzo de la realidad inmaterial, que separa a quien pinta, de su mundo interior.

Todo queda fundido en un gesto.

¿Quién es María Magdalena de los dos?

Los pinceles, cuando reposan, contienen

las historias que callaron, que callan,

las que Diego todavía no liberó,

mezcladas, mixturadas con

las que pintó y, al pintar,

dejó en el aire de las calles

de Coyoacán, de Phoenix,

donde se crió, donde está.

Los ojos de una Old woman ,

la herrumbre del auto de My grandpa’s car,

se mezclan en los pinceles

con todas las hi

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